1924 comenzó para Ivor Gurney con un aumento de los dolores y un empeoramiento de su estado mental. Durante semanas se negó a salir de la cama y se pasaba los días leyendo y escribiendo en una cama que le habían puesto en el balcón, siguiendo una vez más las teorías de mejorar la condición física para mejorar la salud mental (si bien nunca se demostró que dormir al aire libre aportara algún beneficio). El 29 de marzo le comunicaron el fallecimiento de Stanford, su antiguo profesor. Escribió una memoria emotiva y generosa sobre él que se publicó en julio en Music and Letters.
La segunda mitad del año hubo una mejoría y Ivor se puso de nuevo a trabajar frenéticamente en numerosos poemas. Entre otras escribió una colección titulada To Hawthornden dedicada a Annie (Hawthornden era el nombre cariñoso que le puso Ivor). Gurney trató de escribir a Annie y también pidió a Scott que intentara localizarla. Nunca recibió respuesta y no parece que Marion le contara que la madre de Annie había contestado diciendo como contamos anteriormente que su hija había emigrado, estaba casada y tenía un hijo. En marzo de 1925 compuso otra colección, The Book of Five Makings, que denominó “poemas de infantería” y que tiene joyas como Mirror of Suzanne que rememora un día en el frente en el que vio cómo las mujeres francesas seguían con su día a día incluso estando a tiro de la artillería alemana:
A French girl passed a Company of Gloucester Infantry
And kept dignity, and erect gait, with bent head…
We were off to some absurd exercises in some field near by…
But it had rained, there were round pools left on the road;
And, I after regarding her youthful dignity
Looked down also, and saw mixed with blue high and Cloud
The reflection of her form loved by autumn water;
So slim and self-possessed, as of Europe to be proud.
Which was again a new-old marvel, again the
Eternal differences between races declared,
Could Gloucestershire have so passed by much of Picardy?
En diciembre de 1924 comenzó de nuevo a componer y a lo largo de 1925 escribió casi un centenar de obras. La mayoría de estas obras se perdieron, siendo manuscritos destruidos por el asilo o perdidos por sus amigos. Uno de los pocos salvados es un cuarteto para cuerda gracias a que Marion Scott lo interpretó y conservó así una copia.
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En esta época Gurney buscó inspiración en América y Europa. Así, compuso de nuevo canciones basadas en poemas de Whitman y también se fijó en Francia, Occitania y la Catalunya Nord con tres canciones: À la Flandre, de un poema de Léon Bocquet; À la Raça Latina, de Frederic Mistral; y La Lengua Catalana, de Justí Pépratx.
Entre toda esta rutina tuvo lugar un evento inesperado. El 27 de marzo de 1925 se celebró en el asilo un concierto profesional que además de Beethoven y Mozart interpretó dos canciones de Ivor, When I Was One and Twenty, de Ludlow and Teme, y Captain Stratton’s Fancy. Por desgracia no quedó ningún registro de la reacción del público o del personal del centro al ver que su paciente era todo un músico profesional.
Otro buen augurio fue el nombramiento de un joven doctor canadiense, Randolph Davis, que se interesó profundamente por Gurney, se ganó su confianza y consiguió algunos avances. Por desgracia David no permaneció mucho tiempo en Dartford, pero siguió interesado en el caso de Gurney. Davis vio que el encierro perjudicaba enormemente a Ivor, así que le planteó a Marion Scott una alternativa para tratarle. Davis había alquilado en Londres varias habitaciones con el fin de organizar una clínica privada, conviviendo con los pacientes. Scott empezó a encontrarle pegas a todo el planteamiento por razones no muy comprensibles. Cuando David pidió el pago por adelantado de 75 libras y posteriormente Marion supo que eran para pagar una deuda que tenía en Canadá, quedó perdida toda la confianza en el doctor y se cerró esta posibilidad.
Davis desapareció de la vida de Gurney pero fue reemplazado por otro joven psiquiatra, el Dr. Edward William Anderson. Anderson tenía intereses literarios y musicales y pronto vio que hablar de música con Ivor era una buena manera de abrirse camino hacia su mente. Anderson quedó fascinado con las obras de Gurney y este respeto y apoyo ayudaron mucho a Ivor. Años después seguiría muy marcado por haber tratado a Gurney y fue el único paciente de Dartford del que conservó notas.
En octubre de 1925 hubo una visita inesperada. En junio Ivor había vuelto a trabajar con poemas de Edward Thomas y Marion decidió contactar con su viuda, Helen Thomas, para pedirle permiso para usar más poemas. En su correspondencia Marion describió la situación de Ivor y Helen decidió que tenía que verle en persona. Helen y Marion fueron a visitar a Ivor, que de entrada se mantuvo en silencio mientras ambas hablaban de literatura y música intentando que así Ivor entrara en la conversación. Gurney lo que quería era que Helen conociera su obra, así que en silencio las llevó hasta el piano del pabellón y allí Ivor tocó su adaptación de Lights Out, emocionando profundamente a Helen. Helen vio que la conversación no sería el camino para llegar a Ivor y entonces tuvo una idea. En la siguiente visita llevó consigo los mapas que Edward Thomas había usado en sus rutas por Inglaterra. Ivor extendió los mapas sobre su cama y Helen y él se pasaron toda la visita siguiendo con el dedo los caminos y pueblos recorridos por Edward.
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En 1926 la cantidad de obras de Gurney fue decayendo. Es normal ya que nadie podía seguir un ritmo productivo como el que tuvo en 1925. Los poemas continuaron durante la primavera de 1926, además de un número escaso de canciones. Pero en estas canciones hubo un cambio radical. Hasta ahora Gurney siempre había adaptado poemas de otros. En muy pocas ocasiones usaba poemas suyos para hacer música, pero aquí ya, viendo el manuscrito, estaba escribiendo el texto a la vez que la música. Probablemente no sabía que esta ruptura final de sus límites y restricciones era el final. No hay más canciones de Gurney pasada esta época, aunque bien podría ser que textos posteriores se perdieran. Sea como sea, es una culminación perfecta, un canto del cisne fusionando por fin sus dos vertientes de poeta y músico. Este es uno de los mejores ejemplos:
The scent of earth breathes
From the wood near dark
May we not bring, ere Spring, the life
That lies in each dim music spark?
Hear the horn call far on Hill
Now darkling show the wood edges;
The tales of age on age are breath
In the cold air sweet in death.
Pero Ivor aún no estaba preparado para quedarse en silencio. Ahora decidió abordar el teatro, seguramente debido a ir esa primavera con Marion al Old Vic a ver ópera y teatro. Después de la experiencia comenzó a experimentar con escribir sus propias obras. El resultado fueron The Tewkesbury Trial y un fragmento que tituló Gloucester Play. Ambas están escritas al estilo y ambientación de Shakespeare. En uno de los manuscritos se ve un triste recuerdo del estado mental de Ivor. Tras terminar uno de los actos de la obra, a continuación vienen listas de partes del cuerpo y la frase “prohibir el uso del ano como paso”.
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Y tras la etapa de emular a Shakespeare vino lo que para él era natural, convertirse en el propio Shakespeare y dedicarse a reescribir obras. Al “habitar” los textos de Shakespeare y reescribirlos se podía permitir la libertad de disfrutar escribiendo. Todo esto coincidió con un deterioro de su condición. El verano de 1927 todavía había podido hacer alguna salida con Marion, pero en septiembre estaba mucho más agitado y en diciembre los doctores vieron que estaba profundamente confuso. En su nueva versión de La Tempestad Gurney reescribía así el discurso de Próspero:
Be sure this is a pleasure to me, though they have sinned
And cast me out -yea, beastly from my adored City…
Cast me, as t’were a beggar, out of all my cares
Rare as prayer- books, virginals, clarinet. Embraced-
To lose my power in a night, to go oversea, hidden, stowed-under…
Duke of the time’s treasures, to lie in a dark hold, reft
Of all, Friends gone from me, in danger- with no light; till
At sea, safe from anger and courtesy, they (these)
Led by some sorcery past all prayer or detection
(Dazzled by lying promise) Set down me
And my dear daughter.
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Meses después los doctores anotaban lo siguiente:
“Visitado hoy por el médico. Sostiene que ha escrito la mayor parte de las obras de Shakespeare, Thakaray [sic] y Hillaire Belloc entre otras, y que Beethoven y Haydn nunca existieron y que el Paciente ha compuesto toda su música. Mucho más confuso en el habla y a veces totalmente incomprensible. Mentalmente peor”.
Está claro que Gurney no era Shakespeare ni Próspero y está claro que son los escritos de una persona con una enfermedad mental. Pero una identificación tan fuerte no es simple locura, es un proceso más del artista. Convertirse en otros es parte del método del poeta y para Gurney ofrecía nuevos límites en una situación extrema en la que no estaban otros artistas.
La década final de vida de Gurney es un proceso gradual de silencio: primero desapareció la música, después la poesía y finalmente la prosa. En 1927 se había vuelto emocionalmente volátil. Llegó a agredir al superintendente en una ocasión. Adeline Vaughan Williams intentó hacer algo por él y una vez más se confirmó lo que se llevaba años diciendo: que estar en Dartford no solo no ayudaba a Ivor sino que le hacía empeorar. En este momento incluso la madre de Ivor insistió a Marion Scott que había que hacer algún cambio. Pero las indecisiones no llevaron a nada. Gurney pasó a ser considerado un paciente crónico que ya nunca saldría de allí.
Fuera del asilo al menos aún tuvo sus pequeños triunfos. Stainer y Bell publicaron su adaptación de Star Talk de Robert Graves. Y a pesar de dejar de escribir música quiso seguir estudiando y pidió partituras de Strauss, Reger y Wolf. Estos estudios sin embargo se vieron dificultados por una pérdida de visión, no se sabe si por causas físicas o derivada de los problemas mentales. Al fallarle la vista, la BBC se volvió importante. La radio le ofreció un vínculo vital hacia el mundo musical del exterior.
Sus dificultades quizás le llevaron a orientarse ahora hacia el género del ensayo. Ya en 1922 antes de ser ingresado en Barnwood había escrito The Springs of Music. En mayo de 1926 escribió On a Dictionary Quotation y On a New Project. El primero hablaba del significado del color orquestal y el segundo se inspiraba en una crítica de una traducción de los textos de las cantatas de Bach. En abril de 1927 teorizó sobre el proceso de composición de las Variaciones de Handel de Brahms escribiendo desde el punto de vista de Brahms.
El 14 de marzo de 1929 Scott organizó un viaje a Gravesend y Rochester a petición de Ivor. Durante la excursión Ivor le pidió a Marion comprar un atlas, ya que desde la visita de Helen Thomas Ivor había adquirido el hábito cada mañana de mirar un pequeño atlas que tenía en el sanatorio. No pudieron encontrar ninguno en las librerías de Rochester, así que se conformaron con una edición de poemas de Shelley. Gurney empezó a leer Hymn to Intellectual Beauty pero se calló y le dio el libro a Marion. Mientras él movía el dedo Marion leyó:
I vowed that I would dedicate my powers
To thee and thine; have I not kept the vow?
Ambos permanecieron en silencio. Fue un momento intenso pero ambiguo. Scott escribiría más tarde:
“¿Se refería a la música o a mi? Creo que a ambas. Ivor el poeta con su poesía encerrada dentro de si, usando las palabras de otro poeta inglés”.
Fue lo más cercano a una declaración de amor que Marion recibió de Ivor.
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En septiembre de 1929 hubo otro viaje, esta vez a Dover y en mayo de 1930 a Sheerness, en la costa de Kent. En agosto de 1930 su vista se recuperó lo suficiente para poder volver a leer. Se fascinó con libros de historia natural, quizás recordando sus tiempos de infancia con Cheesman. Mientras tanto dos de sus poemas se publicaron en 1930 en An Anthology of War Poems y otros dos en 1931 en The Mercury Book of Verse.
A partir de esta época las cartas de Ivor son el único testimonio que queda de su voz. Si ya hacía años que había comenzado a ser incoherente ahora ya solo podía exponer una serie de ideas miniatura vagamente conectadas. Leer sus cartas de esta época es como leer una carta rota en trozos y recompuesta al azar. Se había aficionado a anotar resultados de partidos de fútbol que leía en el periódico, pero después además empezó a hacer unas anotaciones numéricas para registrar las veces que tenía alucinaciones o se sentía desesperado.
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En 1934 escribía sobre “un miedo a la oscuridad (mi oscuridad)”. Era consciente de que no pudiendo trabajar más ya no tenía esperanzas de ser reconocido y sabía el curso que seguiría el resto de su vida. Y las visitas de Marion comenzaron a ser conflictivas, por los motivos más absurdos, como que una vez se le ocurriera visitarle en el día de San Miguel. En diciembre de 1935, Gurney le pidió educada pero firmemente que dejara de visitarle. Gurney se estaba cerrando sobre si mismo y a Marion debió dolerle mucho esta petición tras tantos años de entrega. Aun así Marion se presentó en el asilo las Navidades de 1936 para verle, pero la visita no fue muy bien. Si Marion quería seguir ayudando a Ivor, tenía que centrarse en otros aspectos. Puso en marcha planes para promocionar su obra, gracias al entusiasmo de un joven compositor, Gerald Finzi.
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Finzi, emocionado por una interpretación de Sleep, se puso en contacto en 1935 con Marion Scott con la idea de publicar un simposio sobre Gurney en Music and Letters. Scott aceptó y se pusieron manos a la obra con una publicación que requirió dos años de trabajo.
Gurney había tenido una tos persistente desde el verano de 1937. En otoño la situación empeoró tanto que rompió su prohibición de años de que los médicos le examinaran. El 23 de noviembre de 1937 se le diagnosticó pleuresía y tuberculosis. En aquella época aún no había tratamiento. La pesadilla de quince años llegaba a su fin. A medida que pasaron las semanas Gurney fue debilitándose cada vez más. A pesar de las protestas de Ivor, Marion le visitó en noviembre. Estaba tan enfermo que apenas podía hablar. Cuando Marion volvió a casa se encontró que habían llegado las pruebas de la edición especial de Music and Letters. En toda una serie de páginas estaba por fin la afirmación y reconocimiento que Ivor Gurney había ansiado durante años. Squire, Vaughan Williams, de la Mare, Howells, todos le habían escrito algún tributo. Marion pidió de inmediato una copia para enviársela a Ivor. Gurney contestó días después con una confusa carta en la que entre otras cosas decía:
“A la Srta. MM Scott: con muchas molestias … Acepto las notas- pero estoy perdido. Mis mejores deseos, Ivor B. Gurney”.
Nunca podremos saber si llegó a leer el texto del simposio y entenderlo.
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Los días fueron pasando con Ivor en un continuo pasar de dormido a despierto y faltándole el aire cada vez más. El 26 de diciembre de 1937 tuvo una hemorragia general en los pulmones y ya no se pudo hacer más por él.
Scott organizó el funeral para el 31 de diciembre en la parroquia de Twigworth, la del reverendo Alfred Cheesman, el padrino de Ivor. Fue un final del año tan triste como podemos imaginar. La madre de Gurney no asistió “por alguna indisposición”. Vaughan Williams tampoco pudo asistir, pero allí estaban Winifred, Ronald, los Chapman y los Harvey, además de Haines, compañeros del Royal College como Howells, representantes de la Legión Británica y veteranos del 2/5th.
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Cheesman comenzó recordando las muchas horas pasadas con su ahijado y su generosidad, que le llevó a comprar un libro para su padrino con la primera guinea que ganó. Cheesman concluyó con el epígrafe de Elegy in a Country Churchyard de Thomas Gray:
“Aquí yace su cabeza en el seno de la tierra
Un joven desconocido para la fortuna y la fama”
Howells interpretó adaptaciones de Severn Meadows y Sleep en el órgano, además de otras canciones.
En 1918 Ivor había cogido del jardín de Harvey unas violetas para enviárselas a Annie. Quizás recordando aquel momento, Harvey había traído de su jardín un ramillete de romero que depositó sobre el ataúd cuando lo bajaron a la tumba.
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Ivor Gurney había fallecido pero había que gestionar todo su legado. Finzi vio que había que trabajar mucho para preservar la obra de Ivor, pero con los años Marion se fue volviendo cada vez más posesiva hacia los manuscritos. Tras tantos años Marion solo tenía esos documentos como prueba del vínculo que habían tenido. Finzi acabó desesperado numerosas veces ante las negativas. Scott mantuvo el control de la obra de Ivor hasta su muerte de cáncer la Navidad de 1953, dejando su piso lleno de manuscritos encajados por todas partes, hasta el último cajón y estantería. Parecía que al menos Finzi ya podría trabajar con total libertad, pero Ronald, el hermano de Ivor, decidió intervenir. Ronald no tenía ningún interés en la obra de Ivor, pero quería darse el gusto de tener bajo su control a unos intelectuales de Londres.
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Ronald decidió que solo podía ser interesante la obra de Ivor que diera dinero. Por tanto, de entrada descartaba que hubiera necesidad de publicar más poesía e incluso amenazó con usar los manuscritos para su chimenea. Finzi, Howells y Vaughan Williams se pasaron meses rogándole, pero para 1955 apenas habían conseguido que llegara una caja a la biblioteca de Gloucester. Para rematar, Finzi fallecía en 1956 y Vaughan Williams en 1958, interrumpiéndose así un trabajo de años para conservar el legado de Gurney.
Oxford University Press llevaba publicadas solo treinta canciones de Ivor. En 1959 Ronald permitió a regañadientes que se publicaran otras diez. Poco después acabó cediendo a la presión y entregó todas sus cajas a la biblioteca de Gloucester, aunque no el control de su publicación, insistiendo en que no se publicara poesía.
En los sesenta el poeta y crítico Leonard Clark consiguió revisar trescientos poemas de un total de mil de los manuscritos, con la ayuda de un anciano John Masefield. Ronald siguió oponiéndose y hasta su muerte años después no hubo manera de publicar una versión reducida de la selección hecha por Clark. En los 80 Kavanagh publicó una recopilación más extensa y la biografía de Michael Hurd publicada en 1978 ayudó a avivar el interés en Ivor. Finalmente en 1991 se publicaba una colección de las cartas de Gurney, lo que permitía por fin al “entrañable egoísta”, como le llamaba Howells, hablar con su propia voz y expresar su humor, sus conflictos y su afán por conseguir destacar.
La vida de Gurney se caracterizó por su perseverancia heroica y su sensación de que a pesar de todo se quedó atrás en las sombras. Su determinación a encontrar su lugar habitando las sombras por fin está consiguiendo el reconocimiento que tanto ansiaba y tanto se merecía.