Barnett Rosenberg había partido de Lituania en 1885, dejando atrás a su mujer y su hija, con la intención de emigrar a Estados Unidos, ganar dinero y traerse a la familia. Pero en Inglaterra se le acabó el dinero sin haber conseguido embarcarse, así que se instaló en Leeds y se dedicó a la venta ambulante.

En 1888 su esposa Anna y su hija Minnie consiguieron también ir a Inglaterra y la familia se instaló en Bristol. Es aquí donde nació Isaac, el protagonista de nuestra historia, un 25 de noviembre de 1890. El parto había sido de gemelos, pero el hermano de Isaac nació muerto y el propio Isaac muy débil. Con las estadísticas de mortalidad infantil de la época en su contra, Anna Rosenberg se desvivió por su primer hijo varón e Isaac sobrevivió. Y en las fotos de los primeros meses se le ve hasta rollizo y saludable.

Los Rosenberg en 1891. Anna, Isaac, Minnie y Barnett

Estas atenciones establecieron un fuerte vínculo de Isaac con su madre. Anna era el opuesto de Barnett. Era una gran trabajadora dispuesta a todo para sacar adelante a la familia, hecho muy necesario con el oficio de su marido, que apenas daba para vivir uno. En cada casa que tuvieron se encargó de cultivar un huerto en el jardín, algo inusitado en los barrios obreros ingleses, con su absoluta desolación alejada de la naturaleza. Se enseñó a si misma a leer inglés (la lengua materna de la familia era el yiddish y de hecho lo único que habló Isaac en sus primeros años, además del hebreo de la escuela judía).

El matrimonio fue un auténtico fracaso, sobre todo teniendo en cuenta los comienzos. Anna estaba enamorada de otro cuando la obligaron a casarse con Barnett, y a Barnett le prometieron una dote que nunca se materializó. Las constantes discusiones fueron una gran preocupación para el pequeño Isaac.

A pesar de esta situación y la cercanía con su madre, Isaac también tenía un estrecho vínculo con su padre, y hablaba de él mucho más positivamente que Anna. En los retratos que Isaac le pintó se ve a un hombre serio y estudioso, no el pusilánime e ingenuo que describe Anna. No parece además que el querer trabajar de vendedor ambulante fuera por vagancia o poca imaginación, sino por un afán de vivir independiente y libre, en lugar de esclavizarse en un taller de sastrería o zapatería como solían hacer los inmigrantes judíos.

Los primeros años de Isaac transcurrieron así en un barrio obrero de Bristol entre los distritos de Temple y Cathay, hoy en día ya borrado del mapa entre reformas urbanísticas y la destrucción de los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial. A pesar de las habituales condiciones insalubres, con callejones estrechos y la contaminación de las fábricas, Bristol era una ciudad viva y en crecimiento. En la sinagoga del barrio no hay registro de una presencia habitual de la familia, aunque consta que respetaban atentamente las fiestas y que Isaac, en ausencia de su padre cuando trabajaba, como varón mayor de la familia, ejerció un papel importante.

En 1897 la familia decidió trasladarse a Londres esperando mejores oportunidades y que Isaac tuviera una buena educación judía, que creían podrían encontrar en Londres. En condiciones de salubridad en realidad fueron a peor, acabando como todos los inmigrantes judíos pobres en el East End, y al principio además en lo peor de lo peor, cerca de los muelles. Para empeorar las cosas, Isaac no consiguió plaza en la Jews’ Free School como esperaban. Finalmente el verano de 1898 Isaac comenzaría la escuela en St Paul, la escuela más cercana y que por suerte fue una buena elección. Era una escuela de calidad, con criterios modernos para la época (entre otras cosas se prohibían los castigos físicos) y a pesar de estar afiliada a una parroquia, los alumnos judíos no tenían ninguna obligación de ir a misa o a clases de religión y se respetaba el calendario de festividades judías.

Escuela St Paul

Un año después los Rosenberg consiguieron una casa en una zona mejor. Es aquí donde Anna creó el primero de los huertos antes mencionados. Por otro lado supuso un cambio de Isaac a una escuela con menos recursos y de menor calidad, con 60 alumnos por clase y donde lo único que se esperaba de los chicos es que se pusieran a trabajar a los 14 años.

En una cosa al menos sí tuvo suerte: un maestro, el Sr. J. Usherwood, que valoraba las capacidades artísticas. Isaac tenía un gran afán por pintar y Usherwood le proporcionó los materiales e incluso le permitió saltarse algunas clases e ir a su despacho a pintar.

Llegamos así a 1901 con Isaac totalmente decidido a ser un artista. Su madre, gracias a sus muchas maneras de intentar mantener a la familia, que incluyó dedicarse a vender bordados a familias ricas, tenía contacto con los Amshewitz, cuyo hijo John, ocho años mayor que Isaac, estaba en la Royal Academy estudiando para ser pintor. John quedó gratamente impresionado y le compró a Isaac un dibujo con un poema adjunto. Muerto de la vergüenza pero increíblemente emocionado por el reconocimiento, Isaac salió corriendo entre lágrimas.

A partir de 1902 el Sr. Usherwood consiguió enviar a Isaac un día a la semana a la Stepney Green Arts and Crafts School. Allí Isaac pudo por fin empezar a recibir alguna formación artística reglada además de hacer amistades con jóvenes con las mismas inquietudes.

Stepney Green Arts and Crafts School

Pero lo inevitable tenía que llegar y el 23 de diciembre de 1904 Isaac terminaba la escuela y tenía que ponerse a trabajar. Dada la situación de la familia era imposible seguir una carrera puramente artística, pero al menos Anna consultó a la Sra. Amshewitz y se llegó a alguna solución. Isaac entró de aprendiz en un taller de grabado en Fleet Street propiedad del Sr. Hentschel. De todas maneras no era un trabajo excesivamente artístico dada la mecanización, así que Isaac pronto se desilusionó. Las horas de trabajo eran además demenciales, de 8 a.m. a 11 p.m. y con un día libre a la semana, además de pasar horas manejando ácidos corrosivos cuyos vapores seguramente causaron los problemas respiratorios que tuvo más adelante. Isaac expresó su desolación en una carta:

“Es horrible pensar que todas estas horas, cuando mis días están llenos de vigor y mis manos y y alma ansían expresarse, estoy atado, encadenado a esta maligna máquina mutiladora (…) He intentado aceptar las circunstancias diciendo ‘¡es experiencia!’ pero, ¡Dios mío! Es experiencia y nada más…”

Su gran consuelo en esta época fue la poesía que escribía en los descansos para comer. Y la ayuda en esta faceta de su vida vendría a través de su hermana Minnie, que frecuentaba la Biblioteca Pública de Whitechapel. Minnie habló de su hermano al bibliotecario Morley Dainow. Dainow leyó los poemas de Isaac y le recomendó libros. Esto estimuló mucho a Isaac y es en esta época en la que escribe el primer poema que se conserva. Con la ayuda de Dainow el estilo de Isaac fue evolucionando y tenemos así poemas como el siguiente:

In art’s lone paths I wander deep
And slowly, slowly onward creep.
I seek, I probe each deep recess
To reach the secret of success.
In vain, ‘tis hidden from my gaze
I still must hail its glowing rays.

En cuanto a la pintura, Amshewitz continuó ofreciendo ayuda y le presentó a otros artistas, sobre todo a Frank Emanuel, que a su vez introdujo a Rosenberg en el grupo de artistas “The Limners”.

Otro contacto vital conseguido gracias a Amshewitz fue Winifreda Seaton, una maestra de mediana edad y clase media,  cuyos comentarios y críticas ayudaron a perfilar el estilo de Rosenberg, además de sugerirle autores que explorar, como Laurence Sterne. Winifreda le copiaba poemas y se los enviaba ya que sabía que Isaac no podía permitirse comprar libros. Isaac le hacía la broma de contestarle con poemas suyos mezclados con poemas copiados para poner a prueba los conocimientos literarios de Winifreda.

En otoño de 1907 y a sugerencia de Amshewitz, Isaac se matriculó por las noches en el Birbeck College, además de a clases de grabado en Bolt Court. En sus tres años en Birbeck Isaac ganó varios premios por sus dibujos y cuadros. No le dijo nada a la familia, que se tuvo que enterar por Amshewitz. De nuevo el carácter tímido y terco de Rosenberg.

Autorretrato, Isaac Rosenberg, 1910

Es en esta época también cuando Rosenberg entabla amistad con David Bomberg, otro aspirante a artista de orígenes e infancia muy similares, si bien Bomberg disfrutaba de una situación más acomodada que le permitía tener su propio estudio en casa de sus padres, estudio que sería frecuente refugio de Isaac. Es curioso de todas maneras la diferencia de carácter entre ambos: la timidez y educación de Rosenberg frente a la chulería y grosería de Bomberg. Más adelante hablaremos de una situación donde estas diferencias saltarían enormemente a la vista.

A través de Bomberg Isaac fue conociendo otros artistas y animándose cada vez más a intentar ganarse la vida como tal. Esto le hizo decidirse en noviembre de 1910 a presentar una petición de beca a la Jewish Education Aid Society, explicando cómo el trabajo en el taller de Hentschel le impedía desarrollar su carrera. El comité presentó el caso a Hentschel y le solicitó su colaboración. El asunto quedó sin resolver y cuando por fin Hentschel contestó en enero de 1911, fue para comunicar que Isaac Rosenberg ya no trabajaba en su compañía. Le había despedido.

Rosenberg se enfrentaba sin trabajo a un futuro incierto. Pero sin embargo viviría en 1911 un año milagroso.

Nada más empezar el año, el 2 de enero, Isaac conoció a los artistas Joseph Leftwich y Stephen Winsten. De este encuentro y tras invitar en los días siguientes a otros artistas a unirse, nacería el Grupo de Whitechapel, de pintores y poetas, con Isaac haciendo de puente entre ambos mundos. El grupo intercambiaría constantemente opiniones no solo sobre su arte, sino también la situación política y sus vidas privadas. Esta es una descripción de Rosenberg de una noche típica del grupo:

“Había un club [Toynbee Hall] en el que se reunían. A veces un artista o un crítico daba una conferencia y seguro que no se podía imaginar que después sus ideas se debatirían en largos paseos. Epping Forest estaba a menos de diez millas, espléndido para pasear toda la noche, para charlar toda la noche sobre  la vida y la muerte, la juventud y el amor”.

Los poemas de Rosenberg más interesantes de 1911 vendrían motivados por el amor. En una de las frecuentes visitas de Bomberg y Rosenberg a la Biblioteca de Whitechapel, a donde iban no a leer sino a hacer dibujos de los lectores, ambos se fijaron en una joven llamada Sonia Cohen. Bomberg, con su ímpetu y descaro se lanzó a conquistar a Sonia, y en una curiosa repetición de la historia de Cyrano, le pidió a Rosenberg que le escribiera un poema de amor.

Lady, you are my God—
Lady, you are my heaven.

If I am your God
Labour for your heaven.

Lady you are my God,
And shall not love win heaven?

If love made me God
Deeds must win my heaven.

If my love made you God,
What more can I for heaven?

Sonia quedó encantada con el poema, pero no con la manera de ligar de Bomberg. Y a través de Bomberg Sonia se enteró de que nuestro Cyrano Isaac estaba enamorado. Pronto comenzaron a dar largos paseos, conversar sin parar y visitar galerías de arte. Y la inspiración de Rosenberg se desató.

Like some fair subtle poison is the cold white beauty you shed;
Pale flower of the garden I walk in, your scent is an amorous net
To lure my thoughts and pulses, by your useless phantom led
By misty hours and ruins with insatiate longing wet.

To lure my soul with the beauty of some enthralling sin,
To starve my body to hunger for the mystic rapture there—
O cruel; flesh and spirit your robe’s soft stir sucks in,
And your cold unseeing glances, and the fantasies of your hair.

And in the shining hollow of your dream-enhaunted throat
My mournful thoughts now wander and build desire a nest,
But no tender thoughts to crown the fiery dreams that float
Around those sinuous rhythms and dim languors of your breast.

La producción artística de Rosenberg en 1911 fue prodigiosa, dividido por igual entre pintura y poesía. Y seguía decidido a intentar vivir de su arte. Como suele pasar en estos casos, la obra que permitió a Rosenberg triunfar tenía que ser la menos original: una copia del Felipe IV de Velázquez generó el interés de Mrs. Lily Delissa Joseph, pintora de interiores y paisajes. Mrs. Joseph vio a Isaac trabajando en su copia en la National Gallery y le hizo un encargo de prueba. Al mostrarle el cuadro, Mrs. Joseph quedó impresionada y Rosenberg además le mostró algunos poemas. De la charla se pasó a una invitación a cenar y el inicio de una amistad. En octubre de 1911 Mrs. Joseph le contrató como tutor de arte de sus dos hijos y sus primos. Los Joseph no podían pagarle lo suficiente para la escuela de arte, pero al estar tan contentos con Isaac, hablaron con otra amiga, Mrs. Herbet Cohen. Esta accedió a proporcionarle a Rosenberg una paga y la matrícula en la Escuela Slade.

Slade School of Fine Art

La Slade, fundada en 1871, tenía una reputación de innovadora. A la llegada de Rosenberg se encontraba en plena fiebre por el Post-impresionismo. En Slade Rosenberg tuvo una gran influencia de uno de los profesores, Tonks, que había sido médico antes que artista y por tanto centraba su estilo en la anatomía. Así se ve por ejemplo en un autorretrato de 1911 que fue el primer trabajo para Slade.

Autorretrato, Isaac Rosenberg, 1911

Las clases en Slade eran muy intensas, realmente como un trabajo de jornada completa, y además con deberes. Isaac al menos tuvo una ventaja. Viendo sus habilidades, los profesores le permitieron saltarse el primer nivel de clases, en la Antique Room y pasar directo a la Life Room, donde se practicaban cambios rápidos de pose. En sus trabajos en Slade Rosenberg, gracias a su aproximación literaria a la pintura, se mantuvo en un estilo realista, alejándose en esto de su amigo Bomberg, más influido por el cubismo y el futurismo. El estilo de Rosenberg es un estilo visionario, como describió Christopher Hassall el cuadro Sacred Love al verlo en 1914 en el salón de Edward Marsh:

“La nueva adquisición era un pequeño óleo de una textura curiosamente seca y tono pálido, como un pastel. En primer plano un claro verde en el bosque, un joven que se arrodilla junto a una joven sentada en una roca, y en actitud de adoración él eleva las manos de ella hacia los labios de él. Al fondo se ven figuras desnudas que parecen dispersarse alarmadas entre los árboles. Brillaba con una intensidad extraña y de ensueño, reminiscente de Blake. Una hermosa visión”.

En el verano de 1912 y disfrutando de un estudio pagado por un amigo actor de Amshewitz, Michael Sherbrooke, Isaac se puso a trabajar en una obra para una competición de Slade, Joy, que le causó una grave crisis. Tras trabajar semana tras semana, a primeros de octubre permitió ver los avances a su patrona, Mrs. Cohen, que no quedó nada satisfecha. La reacción de Isaac no fue muy buena, escribiendo a Mrs. Cohen en un tono bastante descortés y quejoso e insistiendo en que hacía todo lo que podía. Mrs. Cohen decidió dejar de pagarle Slade. A esto siguió un intercambio de cartas cada vez más encendido, con Rosenberg exhibiendo su orgullo de artista y Mrs. Cohen considerando que era un desagradecido y que necesitaba estudiar más (ya que con su postura conservadora veía el arte blakeiano de Rosenberg como “inacabado”). A pesar de todo esto, el alma caritativa de Mrs. Cohen se impuso y contactó con la Jewish Education Aid Society para que ayudaran a Rosenberg a pagar Slade. Sin dudarlo un instante, al venir de una persona tan influyente, accedieron.

Esta anécdota en principio trivial muestra lo poco preparado que estaba Rosenberg para vivir en el mundo del arte de preguerra, que seguía funcionando con patrones y benefactores. Su orgullo e independencia no podían plegarse a los gustos artísticos de patrocinadores, pero la pintura era un arte que requería financiación. Fue sin duda otro factor que acabó inclinando la balanza hacia la poesía.

Sin embargo, el principal factor fue el carácter de su creatividad. Isaac necesitaba palabras. Antes de empezar a pintar Joy por ejemplo, redactó su plan en un poema. Y precisamente el cuadro se perdió, pero no el poema. A continuación un fragmento:

“In honey-essenced bliss of sleep’s deceit
My sense lay drowned, and my soul’s eyes saw clear,
Unstranged to wonder, made familiar
By instant seeing, Eden’s garden sweet,
Shedding upon mine eyelids odorous heat
Of the light fingered golden atmosphere
Shaken through boughs whose whisperings I could hear.”

Al decir que se había pasado semanas y semanas trabajando en Joy, Rosenberg había mentido un poco. Su vertiente literaria le había podido y había dedicado tiempo a numerosos poemas y a preparar su primer volumen.

CONTINUARÁ