En 1819 la lenta pero sistemática campaña rusa de conquista del Cáucaso seguía su curso. El General Yermolov tenía intención de primero de todo hacerse con el control del escaso territorio llano y fácilmente accesible con una serie de fuertes que hicieran inviable la resistencia, y posteriormente la vida en sí, de los pueblos del Cáucaso.

General Alexei Yermolov

A tal fin, en 1818 se había construido la que hoy en día es la capital de Chechenia, Grozny, como la fortaleza Groznaya (“Temible”). La siguiente fase fue la construcción de una fortaleza similar, Vnezápnaya (“Sorpresa”) cerca de la frontera oriental de Chechenia, en la llanura de Kumuik, y conectándola a Groznaya con una serie de fuertes más pequeños. Aún quedaría en los años siguientes la construcción de más fuertes hasta el Caspio para comenzar a cercar el territorio y expulsar a los habitantes que no se sometieran, pero con Groznaya y Vnezápnaya, ya podía comenzar la campaña en las llanuras chechenas.

Fortaleza Groznaya

Ni siquiera un general ruso del siglo XIX podía llevar a cabo una campaña de deportación y exterminio sin un casus belli. Pero la ocasión se le serviría en bandeja en breve.

Durante la construcción de Vnezápnaya unos chechenos robaron unos cuantos caballos a un regimiento de caballería. Yermolov fue informado de que los ladrones pertenecían a un clan que vivía en la llanura de Kumuik, así que decidió actuar contra ellos pero de una manera que sirviera de ejemplo al resto del destino que les aguardaba, esperando así provocar un éxodo masivo de las llanuras. El lugar escogido para su experimento fue el pueblo de Dadi Yurt, a orillas del río Terek.

El mando de la acción fue confiado al general Sisoyev, que tenía orden de aproximarse en secreto al pueblo, cercarlo e instar a la población a marcharse. En caso de negarse, Sisoyev tenía que tomar el pueblo al asalto y sin cuartel.

El 15 de septiembre de 1819 Sisoyev llegó a Dadi Yurt con seis compañías del regimiento de Kabardá, 700 cosacos y seis cañones. Como era de esperar, los habitantes de Dadi Yurt se negaron a marcharse y los rusos se lanzaron al ataque. No podían imaginar la lucha que les esperaba.

Las casas chechenas eran pequeñas fortalezas individuales, diseñadas para las constantes luchas entre clanes y pueblos. Rodeadas de una muralla y con pasillos laberínticos, los rusos no tuvieron más remedio que ir casa por casa, bombardear la muralla con artillería y después tomarla al asalto. Los artilleros tenían que empujar los cañones a mano frente a las casas a atacar bajo un fuego constante de los defensores, así que pronto sufrieron numerosas bajas y tuvieron que ser sustituidos por la infantería y los cosacos.

Una vez dentro del laberinto de las casas, la lucha era a bayoneta o cuchillo, y ni atacantes ni defensores tenían opción de retirarse. Las bajas en ambos lados comenzaron a ser numerosas. Muchos chechenos que se veían derrotados optaban por matar a sus esposas e hijos para después lanzarse a un ataque suicida. Algunas mujeres ni siquiera esperaron la decisión de sus maridos, y se lanzaron ellas mismas cuchillo en mano contra los rusos o se arrojaron a las llamas de los numerosos incendios que se fueron propagando por el pueblo.

Para cuando horas después se dio por acabada la lucha solo quedaban vivos catorce hombres chechenos gravemente heridos. Ciento cuarenta mujeres y niños fueron capturados, y el doble habían muerto. A continuación, los soldados procedieron a derruir las casas que quedaban en pie hasta destruir por completo Dadi Yurt, que nunca fue reconstruido.

Una batalla así cómo no tenía que tener su leyenda. Según cuentan, cuando los rusos se llevaban a los ciento cuarenta prisioneros, al cruzar el río Terek por un puente varias chicas decidieron que preferían morir con honor que ser prisioneras. Una de ellas se abalanzó sobre el soldado ruso que tenía más cerca y abrazado a él se lanzó al río. Otras cuarenta y cinco la siguieron, causando así unas cuantas bajas más entre los rusos. Nunca se ha demostrado que la historia fuera real, pero se transmitió generación tras generación como muestra del espíritu de lucha checheno y hoy en día se celebra en Chechenia el 15 de septiembre como el Día de la Mujer Chechena en homenaje a estas cuarenta y seis jóvenes.

En el lugar donde se erigía Dadi Yurt hay hoy día un monumento con forma de montaña con una típica torre chechena en el centro.

Y esta batalla no solo resonaría en los siglos venideros como recuerdo del espíritu checheno. En su época tuvo un efecto más inmediato. Aunque el plan de Yermolov tuvo éxito y los chechenos abandonaron las llanuras, también entendieron lo que podían esperar del invasor. Y en las tres décadas siguientes los rusos sufrirían las consecuencias de esta campaña contra Dadi Yurt.

Pero eso es otra historia…