Francis Ledwidge comenzó su vida militar en el Cuartel de Richmond, Dublín. Gracias a Dunsany evitó la instrucción general ya que este indicó que en los Irish Volunteers ya la había hecho, así que sus primeros días fueron leves trabajos administrativos. Pero esta vida tranquila duró poco y a partir de noviembre comenzó un adiestramiento más intenso. Se le otorgó rango de “lance corporal” (un rango entre nuestro rango de soldado y el de cabo) y esto le dio derecho a más permisos para visitar a sus amigos. Pero esto sobre todo le permitió relacionarse con quien sería su gran amistad en el ejército: Robert Christie, de Belfast. Christie había hecho algunos intentos de entrar en el mundo literario y cuando le trasladaron a Richmond de inmediato le presentaron a Dunsany y a Francis.

Tener esta amistad fue un alivio para el duro golpe que recibió Francis ese invierno. Hojeando un periódico encontró el siguiente breve:
“O’Neill y Vaughey, 25 de noviembre, Iglesia de San Patricio, Slane, por el Rev. F Fagan, John O’Neill, Rossin, con Ellen Mary, hija única de los difuntos John y Sra. Vaughey”.
Era el anuncio de matrimonio de Ellie con John O’Neill y el momento en el que definitivamente Francis tenía que asumir la realidad.
Por Navidad hubo un permiso de unos días y Francis volvió a casa. Tenía previsto visitar amigos pero fue un invierno durísimo y apenas pudo salir de casa. Como máximo iba al pub Conyngham Arms, donde los parroquianos habituales vieron que le había cambiado el carácter y se había vuelto más serio y callado.

Fue en este permiso cuando Francis escribió uno de sus mejores poemas, inspirado en la muerte de un niño, Jack Tiernan, el hijo de unos vecinos que solía hacer trabajos para granjeros y al que Francis veía muchas mañanas al ir en bici a trabajar.
A Little Boy in the Morning
He will not come, and still I wait.
He whistles at another gate
Where angels listen. Ah I know
He will not come, yet if I go
How shall I know he did not pass
barefooted in the flowery grass?
The moon leans on one silver horn
Above the silhouettes of morn,
And from their nest-sills finches whistle
Or stooping pluck the downy thistle.
How is the morn so gay and fair
Without his whistling in its air?
The world is calling, I must go.
How shall I know he did not pass
Barefooted in the shining grass?
Y muy providencialmente durante el permiso Francis se encontró con Lizzie, que parecía haber olvidado el malentendido anterior y se mostró afectuosa. De vuelta a Richmond, volvió a escribirse con Lizzie intentando ganar su corazón de nuevo.
En marzo llegaron órdenes de empaquetar para ponerse en marcha, así que Francis empezó a planificar sus visitas de despedida. Una de ellas fue a Wilkinstown, donde vivía Lizzie. La hermana de Lizzie y su marido Willie Farrelly organizaron una fiesta de despedida y Francis pudo verse allí con Lizzie, y a tenor de las cartas fue un feliz encuentro. Francis todavía tuvo un último permiso a finales de abril pero no pudo coincidir con Lizzie y toda su atención la recibió su madre.
El 28 de abril de 1915 finalmente los Royal Inniskilling Fusiliers se ponían en marcha. Un cabo de la compañía B, Johnny Dick, escribió lo siguiente sobre su partida:
“Nunca olvidaré esa tarde. Al salir del cuartel las puertas estaban repletas de gente y de allí al barco caminamos a través de multitudes que nos aclamaban y nos deseaban buena suerte y volver sanos y salvos. Además nos ponían en las manos y en los bolsillos paquetes de tabaco, galletas, caramelos e incluso botellas de cerveza”.
Una vez llegada a Liverpool la Décima División a la que pertenecían los Inniskilling, los soldados fueron trasladados en tren a Hampshire y montaron campamento a las afueras de Basingstoke. Aquí continuó el adiestramiento, consistente sobre todo en marchas interminables. Lord Dunsany alquiló una casa en Basingstoke para poder estar con su mujer y se aseguró de disponer de una habitación para que Francis pudiera seguir escribiendo. Christie explica en sus memorias que Francis se adaptó perfectamente a la vida militar, pero Lord Dunsany era de todo menos el típico oficial británico, lo que claro está le hizo muy querido por sus soldados.

En junio llegaron buenas noticias. Finalmente Herbert Jenkins decidió seguir adelante con la publicación de Songs of the Fields y envió las pruebas finales a Dunsany, que las revisó con Francis.
La pista del destino final de los Inniskilling llegó también por aquel entonces. Christie y Ledwidge vieron a un soldado de los Connaught Rangers con el casco metálico plano del Ejército Británico y al preguntarle qué hacía con eso les contestó: “¿No os habéis enterado? Nos vamos al maldito Oriente”. Una semana después recibían el uniforme tropical.
El Oriente en concreto eran los Dardanelos. En la primavera de 1915 los Aliados habían abierto un nuevo frente aquí para añadir presión a los Imperios Centrales y si todo salía bien derrotar al Imperio Otomano y dejarlo fuera de la guerra. Las optimistas previsiones como siempre en la Primera Guerra Mundial fueron demasiado lejos y los Aliados apenas consiguieron ganar una cabeza de playa en los Dardanelos. Empeñados en seguir adelante, en verano se decidió reforzar el frente y de aquí el destino de Francis y sus compañeros. Entre ellos no se encontraría Dunsany, que en junio recibió un telegrama ordenándole volver a Irlanda para adiestrar soldados en Derry.
La noche del 18 de junio Francis tuvo un extraño sueño que le pareció premonitorio de alguna tragedia en el que veía pájaros blancos volando sobre el Atlántico. Escribió un poema sobre ello:
Over the border of the dawn
Far as the blue Atlantic sky,
The white birds of the sea go on
In breezefuls, wailing as they fly,
What lure of light calls them afar
From sheltered niche and sandy dune
Built in the changes of the moon
And yet where all their younglings are?
‘Tis star-set now where Una lies,
And on the little holy road
Morn breaks the windows of the ice
That all night round her dwelling glowed.
No barking fox, or banshee tale
With terror filled me in that dream,
But white birds, whither with your scream?
And cloudy winds, wherefore your wail?
Y a los pocos días llegaron verdaderas malas noticias: Ellie había fallecido durante el parto de su hija en una cesárea que no salió bien. Francis, en lugar de asumir la realidad, nuevamente volvió a fantasear y a sentirse más cerca de Ellie que nunca. Tanto que dejó de escribir a Lizzie.
El 10 de julio los Inniskilling recibieron la orden de partir. Viajaron en tren hasta Devonport y allí embarcaron en el s.s. Novian. A finales de mes llegaban a Mitilene. El 6 de agosto llegó su transporte definitivo, el s.s. Heroic. Al día siguiente llegaban a la bahía de Suvla y de inmediato los barcos Aliados bombardearon la costa. Había comenzado el desembarco de 20000 hombres que serían el refuerzo de la operación y que supuestamente romperían el frente. El desembarco se tenía que hacer en lanchas y no había suficientes, así que el turno de la compañía D de Ledwidge no llegó hasta la medianoche, ya sin combates y con todo en silencio. Se instalaron como pudieron en el lecho de una riera y se pusieron a dormir. A la mañana siguiente descubrieron su nuevo hogar: unas colinas áridas rotas por un laberinto de rieras y hondonadas. Y al ponerse a desayunar descubrieron a sus nuevas compañeras, las moscas que se abalanzaron en enjambres sobre sus raciones.

El desembarco había sido una repetición de la operación de abril. Se había conseguido desembarcar con escasas bajas pero no se habían podido romper las defensas turcas y los Aliados volvían a estar atascados en su cabeza de playa. Al final del día la compañía D fue trasladada a su trinchera, una leve depresión en el terreno arenoso que era todo lo que se podía excavar.

Durante la primera semana la compañía D estuvo en reserva, evitando combates pero padeciendo los otros horrores de este frente. El primero era la falta de agua. Los pocos pozos de la zona estaban o bien minados o bien contaminados por los turcos, así que los Aliados tenían que traer agua desde las islas griegas y por tanto la cantidad que recibían los hombres era insuficiente. El segundo horror era el olor de los cadáveres que no se podían recoger y que solo podía aliviarse un poco poniéndose tomillo en la nariz. El siguiente era la disentería. Y para rematar, la falta de sueño, ya que las operaciones se llevaban a cabo principalmente por la noche y se suponía que de día los hombres dormían, pero bajo aquel sol abrasador era imposible.
El 15 de agosto el Quinto Batallón en el que estaba la compañía D recibió orden de avanzar. Tras atravesar un terreno llano tenían que tomar una colina, pero tras ocho horas de repetidos intentos lo único que se había conseguido era ocupar una trinchera al final del terreno llano. Finalmente recibieron órdenes de retirarse a su posición inicial. Al hacer el recuento de bajas el batallón había perdido la mitad de sus efectivos entre muertos y heridos. Entre los heridos estaba Bob Christie, el amigo de Francis, que había recibido un balazo en la pierna. La herida fue lo suficientemente grave como para enviarle a un hospital en Inglaterra, y aunque se recuperó, la cojera que le quedó como secuela hizo que lo licenciaran y terminara la guerra para él.
Los ataques del día siguiente fueron un nuevo fracaso, sobre todo por la falta de órdenes concretas. Los hombres no lo sabían, pero en los altos mandos estaba habiendo destituciones y renuncias por los continuos fracasos. Cuando se recompuso la situación, el 22 de agosto se ordenaron nuevos ataques, pero el cambio de mando no modificó nada sobre el terreno y las bajas en este nuevamente fracasado ataque fueron aún mayores.

Llegó septiembre y no hubo avances. Los francotiradores turcos no descansaban, así que era imposible incorporarse y los hombres se pasaron semanas agachados y sin poder hacer nada, aunque al menos las moscas por fin marcharon. El 26 de septiembre la Décima División recibió órdenes de prepararse para partir y la noche del 30, aprovechando la oscuridad, reembarcaron en los transportes. Atrás quedaban 19 mil muertos de la División. Finalmente en noviembre se dio la campaña por concluida y se retiraron todos los efectivos Aliados.
Mientras tanto Ledwidge y sus compañeros llegaron a Mudros, en la isla de Lemnos. Era un lugar bastante desolado y miserable, pero era un paraíso comparado con el frente. Los hombres no pudieron relajarse mucho de todas maneras. La entrada de Bulgaria en la guerra había abierto un nuevo frente en los Balcanes. Y así el 15 de octubre la unidad de Ledwidge embarcó en el Aeneas y al día siguiente desembarcaban en Salónica.

Tras dos semanas de adiestramiento en un pueblo a las afueras, fueron trasladados en tren al Lago Doiran, donde establecieron su campamento. Las cosas al principio marcharon bien. Se podía pescar en el lago y el otoño era agradable. Pero cuatro semanas después avanzaron hacia las montañas y comenzaron los problemas. Las temperaturas cayeron con rapidez y la comida comenzó a escasear. Pronto hubo numerosos casos de congelaciones.

En esta montaña desolada Francis Ledwidge vivió el momento cumbre de su vida literaria: le llegó una copia de Songs of the Fields. Hojear el libro se convirtió en una manera de viajar a Meath y dejar de pensar en las penalidades. La solapa eso sí le describía como “un poeta trapero”. Dunsany escribió al editor exigiendo una corrección y explicando que Francis había llegado a ser capataz de obra. Jenkins respondió que su descripción aumentaba el interés en el poeta y por tanto las ventas. El libro recibió excelentes críticas y la primera edición se agotó rápido. Además Edward Marsh seleccionó para su segundo volumen de Georgian Poetry varios poemas de Francis: A Rainy Day in April, The Lost Ones y The Wife of Llew.
A Rainy Day in April
When the clouds shake their hyssops, and the rain
Like holy water falls upon the plain,
‘Tis sweet to gaze upon the springing grain
And see your harvest born.
And sweet the little breeze of melody
The blackbird puffs upon the budding tree,
While the wild poppy lights upon the lea
And blazes ‘mid the corn.
The skylark soars the freshening shower to hail,
And the meek daisy holds aloft her pail.
And Spring all radiant by the wayside pale
Sets up her rock and reel.
See how she weaves her mantle fold on fold,
Hemming the woods and carpeting the wold.
Her warp is of the green, her woof the gold,
The spinning world her wheel.
El libro fue además un gran estímulo para recuperar la inspiración. En los Dardanelos no había escrito ni una sola línea, pero ahora se puso a trabajar con intensidad cuando el tiempo libre y la escasez de papel lo permitían. Por otro lado tuvieron también un efecto triste. Doce de los cincuenta poemas eran sobre Ellie y Francis volvió a su dolor.
El 27, 28 y 29 de noviembre una tormenta de nieve hizo estragos en el campamento y provocó aún más congelaciones. Las temperaturas bajaron a 30 bajo cero y el suelo se cubrió de un metro de nieve que pronto se congeló. Un oficial escribió lo siguiente:
“Los faldones de los abrigos estaban tiesos como el vestido de una bailarina. Era imposible agacharse. Todas nuestras pertenencias estaban enterradas en la nieve y el frío y la humedad eran intensos. Los búlgaros estaban en una montaña muy similar, a muy poca distancia, pero hacía demasiado frío para dispararnos y ambos ejércitos estaban demasiado ocupados intentando mantener la circulación de la sangre. No se podía hacer fuego de noche, así que era imposible dormir. Y cuando por fin llegó ropa interior de lana hacía tanto frío que los hombres eran incapaces de desnudarse para ponérsela, así que se la pusieron como bufanda alrededor del cuello”.
CONTINUARÁ