El 19 de junio de 1861 el aire del Astillero de Porstmouth, New Hampshire, se llenó con el sonido de herramientas trabajando la madera. La Marina de Estados Unidos había hecho un encargo importante de barcos para hacer frente a la rebelión del Sur. A lo largo del verano y principio del otoño fueron tomando forma los cascos de diferentes barcos. El 5 de octubre quedó completado el de una balandra de guerra, es decir, un velero de tres palos con motor de vapor y una sola cubierta de máximo 20 cañones: el USS Kearsarge.

En agosto de ese mismo año y al otro lado del Atlántico también se iniciaría el trabajo en otro barco. James Dunwoody Bulloch, agente de la Confederación encargado de conseguir barcos para el Sur, había viajado a Inglaterra para encargar la construcción de diversos navíos. Dada la neutralidad inglesa, se tenía que recurrir a una serie de trucos y engaños. Bulloch, actuando individualmente y sin revelar para quién trabajaba, contrató a John Laird & Sons, de Birkenhead, la construcción de un vapor de hélice de 1040 toneladas que por ahora se llamaría simplemente “290”.

El 5 de febrero de 1862, tras haber completado su construcción y la tediosa labor de reclutar oficiales y tripulación, el USS Kearsarge zarpó capitaneado por Charles Wipple Pickering. El barco iba a destinarse en principio al bloqueo de los puertos del Sur, pero en enero Pickering recibió la orden de cuando estuviera listo dirigirse a las Azores en busca de un barco confederado, el CSS Sumter, que estaba actuando de corsario contra barcos del Norte. En las Azores el Kearsarge recibió información apuntando a que el Sumter se encontraba en Gibraltar, así que tras unas reparaciones y una parada en Cádiz, el 7 de marzo el Kearsarge anclaba en Gibraltar a pocos metros del Sumter. El Sumter era un barco pequeño y en muy malas condiciones, reconvertido para la guerra apresuradamente, pero había puesto muy nerviosas a las autoridades de la Unión, que además de enviar al Kearsarge estaban enviando más barcos. Ante esta perspectiva, el capitán del Sumter, Raphael Semmes, vio claro que tenía escasas posibilidades de huir de Gibraltar. Disimuladamente con el fin de hacer creer a la Unión que el Sumter seguiría operativo y tenerlos así ocupados, Semmes fue haciendo los preparativos para abandonar el barco y el 9 de abril partió con sus oficiales rumbo a Inglaterra en el vapor de Southampton.

El Kearsarge quedó así varias semanas atado al Estrecho, moviéndose de tanto en tanto a Cádiz para hacer reparaciones y volviendo a Gibraltar para vigilar el Sumter. Mientras tanto, Semmes y su tripulación habían llegado a Liverpool para comandar su nuevo barco, el 290, bautizado como Enrica. El 29 de julio el Enrica partía del Mersey rumbo a las Azores, donde se encontraría con el velero Agrippina para terminar de equiparse.  El 18 de agosto ambos barcos se encontraron y tras salir de las aguas territoriales portuguesas, comenzó el traslado de los cañones, munición, carbón y resto de material del Agrippina al Enrica. El 24 de agosto terminaron los trabajos y ahora sí, el Enrica pasó a adoptar el nombre que le haría famoso: CSS Alabama.

El CSS Alabama comenzó su cacería y tras varios días de ir avistando barcos de naciones neutrales, el 5 de septiembre de 1862 se cobró su primera pieza en el Atlántico entre Azores y Madeira: el ballenero Ocmulgee. El segundo del Alabama, el teniente Kell, hizo la tasación del barco (importante para más adelante cobrar la recompensa que se repartía entre toda la tripulación) mientras se llevaban todo lo que podía ser útil. Tras embarcar en el Alabama a la tripulación del Ocmulgee, los marineros confederados procedieron a quemarlo.

Durante los siguientes días el Alabama procedió a capturar y destruir más barcos de la Unión en aguas cercanas a Azores. Sabiendo que las noticias correrían rápido, partieron de la zona y durante otoño fueron recorriendo los Grandes Bancos haciendo más capturas y sembrando el caos en la flota comercial de la Unión, para después en noviembre poner rumbo a Martinica para encontrarse con el Agrippina y abastecerse.

Mientras tanto el verano de 1862 transcurría en el aburrimiento e inactividad más absolutos en el Kearsarge, manteniendo la vigilancia sobre el Sumter y patrullando el Estrecho de Gibraltar intentando cazar algún mercante confederado. Y justo al comenzar el otoño llegaron noticias de las acciones del Alabama en torno a las Azores. El Kearsarge y otro barco de la Unión, el Tuscarora, pusieron rumbo de inmediato a las Azores. Pero como sabemos esas noticias llegaban tarde y el Alabama llevaba días lejos de allí. Y así tras patrullar la zona varios días, el Kearsarge puso rumbo de nuevo a Gibraltar. El Sumter allí seguía, anclado e inmóvil.

Y todavía había más malas noticias. La hélice se había desgastado peligrosamente y se requería una reparación en astillero, y además hubo que esperar casi un mes para tener un lugar disponible en los astilleros de La Carraca, cerca de Cádiz. Noviembre fue así otro mes perdido, y otro problema más para que Pickering cayera en desgracia ante el Secretario de Marina, Gideon Wells. A la vez que el Kearsarge entraba en el astillero, Wells ordenó enviar a Europa al reemplazo de Pickering.

Las reparaciones resultaron ser muy complejas y el espíritu de trabajo en los astilleros no ayudó demasiado. Los diarios de la tripulación están constantemente llenos de quejas sobre los trabajadores españoles, “más lentos que los muertos” y “con más fiestas que días laborables”. Y así diciembre de 1862 y enero de 1863 continuaron entre el tedio y la desesperación. Para rematar, el 7 de febrero llegaron noticias de que el Sumter había “escapado”. No como barco confederado, sino vendido a una compañía británica. Desde la cubierta del Kearsarge, la tripulación pudo ver marchar a unas quince millas a su antigua presa, ahora llamada Gibraltar.

El 21 de noviembre de 1862 el Alabama y el Agrippina echaron el ancla frente a La Blanquilla, una isla caribeña deshabitada cercana a la costa de Venezuela. Allí se procedió a cargar carbón, materiales y comida y pocos días después el Alabama volvió a salir de cacería. Recorriendo el Caribe y esquivando por pura casualidad numerosos barcos de la Unión, el Alabama capturó el Ariel, un barco de pasajeros entre los que se incluían nada menos que 140 marines, que a pesar de ir armados nada podían hacer contra los cañones del Alabama.

El 23 de diciembre el Alabama volvió a encontrarse con el Agrippina para otro aprovisionamiento en la costa de Yucatán. A principios de enero partían, con la intención por parte del Capitán Semmes de intentar atacar un escuadrón de transportes de la Unión que se dirigía a Galveston, Texas.

El 11 de enero el Alabama llegaba a Galveston, pero la información de Semmes era incorrecta. Las tropas ya hacía días que habían desembarcado en Louisiana y en Galveston lo que había era una flota de seis barcos de la Unión con 51 cañones en total frente a los 8 del Alabama. Los confederados fueron descubiertos, pero tuvieron suerte: el que fue tras ellos era el más débil de la flota, el USS Hatteras.

USS Hatteras en combate con el CSS Alabama

Mientras esperaban el anochecer la tripulación del Alabama fue alternando el uso de la hélice y la vela para mantenerse a una distancia segura del Hatteras pero no tanto como para que este renunciara a la persecución. Cuando la noche fue lo suficientemente oscura, el Alabama plegó velas y se puso de costado a esperar. El Hatteras se acercó, pidió al Alabama que se identificara y nada más gritar el teniente Kell “¡CSS Alabama!”, lanzaron una andanada completa a menos de 90 metros. El Hatteras respondió con energía y durante varios minutos ambos barcos intercambiaron un fuego furioso. Pero el Alabama hizo varios certeros tiros y 13 minutos después de iniciado el combate, el capitán del Hatteras decidió rendirse. Tras recoger a sus prisioneros, el Alabama se dio a la fuga.

El 20 de enero los confederados llegaron a Jamaica, donde se les autorizó a hacer reparaciones y dejar a sus prisioneros. Tras unos días después capturar y destruir el Golden Rule, Semmes decidió abandonar el Caribe antes de que reaccionara la Marina de Estados Unidos. A finales de febrero se encontraban en mitad del Atlántico en una ruta comercial popular donde fue fácil capturar numerosos barcos americanos. El 4 abril capturaban el Louisa Hatch, lleno de valioso carbón de Cardiff que Semmes no pensaba destruir. Tras desplazarse a Fernando de Noronha, el Alabama se hizo con el cargamento  y días después se puso en marcha de nuevo.

Las reparaciones del Kearsarge se alargaron hasta finales de marzo. Pickering puso entonces rumbo a las Azores, donde iba a entregar el barco a su nuevo capitán, John A. Winslow, un viejo conocido del capitán Semmes del Alabama. El 8 de abril tuvo lugar la transferencia formal del mando. Tras pasar algunas semanas patrullando las Azores, el Kearsarge puso de nuevo rumbo a Madeira y Cádiz para después durante mayo y junio seguir patrullando aguas de Azores y Madeira. Winslow resultó ser un capitán más vigoroso y durante este tiempo el Kearsarge detuvo por primera vez varios barcos sospechosos para inspeccionarlos. Pero sin poder probar que eran barcos con cargamento realmente destinado a la Confederación, tuvieron que dejarlos marchar.

En mayo el Alabama se puso a patrullar la costa de Brasil y el 29 el Jabez Snow, de Maine, tuvo el dudoso honor de ser el cuadragésimo barco capturado por el crucero confederado. Los dos meses siguientes continuaron por el Atlántico Sur y el 27 de julio llegaban al Cabo de Buena Esperanza. Unos días después anclaban en Ciudad del Cabo para gran emoción de la población, que fue en masa a visitar al ya famoso barco confederado. El 12 de agosto un fotógrafo llamado Green se presentó en cubierta e hizo una serie de fotos que son las únicas que se conservan del Alabama y su tripulación en servicio.

El capitán Raphael Semmes (dcha.) y el teniente John McIntosh Kell (izqda.) junto a uno de los cañones del Alabama
Vista general de cubierta con el teniente Kell en primer plano
Vista general de cubierta
Los tenientes Armstrong y Sinclair junto a uno de los cañones

El Alabama continuó unas semanas por la costa atlántica de África y el 2 de septiembre interceptaron un barco, el Punjaub. Al examinar los papeles, se dieron cuenta que era un barco americano que ya habían interceptado en marzo pero que habían tenido que dejar continuar por llevar cargamento de un país neutral. Pero ahora incluso el barco había pasado a propiedad de armadores ingleses. Ese era el efecto de las cacerías del Alabama. Antes que perder sus barcos, los armadores americanos los estaban vendiendo a armadores de otros países, reduciendo considerablemente los beneficios de la flota comercial de la Unión.

Al volver a anclar en Sudáfrica, Semmes se enteró que por pocos días no se había cruzado con un barco federal mucho más grande y con más cañones: el USS Vanderbilt. Temiendo el encuentro o quedar bloqueado como en el Sumter, a los pocos días el Alabama partió rumbo al Índico. A finales de octubre llegaba al estrecho de Sunda y en los días siguientes comenzó a causar estragos. El 22 de diciembre anclaba en Singapur, pero esta vez la bienvenida no fue tan calurosa como anteriormente en puertos británicos.  Los reveses de la guerra y la presión de la Unión sobre el Reino Unido estaba haciendo enfriarse la simpatía hacia la Confederación. En ese momento Semmes y su tripulación no lo sabían, pero el Alabama estaba aproximándose a su final.

CONTINUARÁ