El 26 de septiembre de 1940 el escritor y filósofo Walter Benjamin se suicidaba en Portbou tras serle comunicado que sería devuelto a Francia. Esta es la historia de sus últimos días con vida, cómo cruzó la frontera y sobre todo gracias a quién: Lisa Fittko.

Walter Benjamin

Lisa Fittko nació en Erzsébet, hoy Hungría, en 1909, en el seno de una familia judía. La familia emigró a Alemania y Lisa se unió al movimiento antinazi. Tras tener que huir de Alemania, en Praga conoció a su marido Hans Fittko y juntos continuaron en la lucha teniendo que desplazarse de país en país a medida que las tropas nazis avanzaban. En 1940 se vieron atrapados por la ocupación de Francia y pasaron varios meses en campos de internamiento. Tras ser liberados, se instalaron en Marsella.

Hans y Lisa Fittko en Marsella, 1940

Al poco tiempo y con intención de cruzar a España, después a Portugal y escapar de Europa, los Fittko se fueron a la frontera. Pero una vez allí, cambiaron de idea. Tenían los recursos y conocimientos para organizar una ruta de huida. Tras ver las dificultades de actuar desde Cervera por la estrecha vigilancia, se instalaron en Portvendres y contactaron con el alcalde de Banyuls, el Sr. Azéma, simpatizante de la Resistencia. No habían pasado ni dos días desde que Lisa había hablado con el Sr. Azéma de la ruta a seguir cuando un 25 de septiembre de 1940 alguien llamó a la puerta de los Fittko: era Walter Benjamin.

Y así pues Lisa Fittko se encontró con que iba a inaugurar una ruta que aún no había hecho y de la que simplemente tenía un esbozo en un papel con nada más y nada menos que Walter Benjamin, además de una mujer, Frau Gurland, y el hijo de esta, que habían viajado con Benjamin desde Marsella. Haciendo planes y dentro de la trágica situación, Benjamin y Fittko al menos tuvieron un momento de humor hablando del anterior intento de fuga de Benjamin: el Dr. Fritz Frankel y él, con su aspecto de intelectuales y sus gruesas gafas, se vistieron de marineros en Marsella y se colaron en un carguero. No llegaron muy lejos.

Lisa Fittko, 1942

Fittko y Benjamin se dirigieron a Banyuls y allí hablaron con el alcalde, que les dio más explicaciones y les recomendó que por la tarde hicieran una parte del camino para ver si se orientaban. Fueron a buscar a la señora Gurland y su hijo a la fonda del pueblo y se pusieron en marcha, con Benjamin cargando un pesado maletín. Lisa Fittko no pudo resistirse a preguntarle a Benjamin por el maletín. Según dijo contenía su último manuscrito, la obra más importante de su vida, y había que evitar a toda costa que se perdiera.

En apenas tres horas el grupo llegó a un claro que el alcalde Azèma les indicó que era buen punto donde darse la vuelta. Tras descansar un rato se prepararon para volver, pero para sorpresa de Lisa, Walter Benjamin se negó en redondo. “Me quedaré en el claro y les esperaré hasta mañana”. Lisa no daba crédito. Tras argumentarle el peligro de quedarse al raso pasando frío, la posibilidad de cruzarse con unos contrabandistas, los toros de una finca cercana… no hubo manera de convencer a Benjamin. Su objetivo era cruzar la frontera. Ya había hecho un tercio del camino y volver atrás le resultaba descorazonador. Lisa trató entonces de quedarse con él, pero Benjamin no le dejó. No podía dejar solos a los Gurland y además había acordado volver a ver a Azéma para aclarar dudas de la ruta y conseguir provisiones para el viaje.

A la mañana siguiente Lisa y los Gurland se pusieron en marcha de nuevo siguiendo las instrucciones de Azèma: “salgan antes del amanecer, mézclense con los jornaleros del viñedo que a esa hora suben por el camino y no hablen. Los guardias no podrán así distinguirles”. Todo salió bien y al poco llegaban al claro, con el corazón de Lisa a cien pensando en cómo estaría Benjamin. Y allí estaba, estirado en el claro y sano y salvo.

A partir de aquí la ruta hacía más pendiente y se volvía más complicada. Benjamin ayudó a Lisa con el esbozo del mapa y consiguieron ir avanzando. Al llegar a un viñedo en un terreno en pendiente el camino desapareció. Con gran esfuerzo consiguieron atravesar el viñedo y reencontraron el camino. Un tiempo después por fin alcanzaban la cresta de los Pirineos y se abría un imponente paisaje de mar y acantilados.

Portbou

Lisa no tenía papeles con los que poder entrar a España, pero no podía dejar aún solo al grupo y se arriesgó a continuar un rato más hasta que desde el camino pudieron ver Portbou. Habían hecho diez horas de camino. Fittko les dio las últimas indicaciones y que fueran directos a la aduana a que les sellaran los papeles y se despidió de ellos. Ahora ya conociendo el camino, sola y siendo sobre todo bajada, en dos horas estaba de vuelta en Banyuls.

Días después llegaron a los Fittko las noticias de lo ocurrido a Walter Benjamin. Justo unos días antes España había cambiado su legislación y no aceptaba ser punto de tránsito de refugiados. Si Lisa hubiera sabido esto, jamás habría emprendido el camino ese día con Walter Benjamin. Pero ahora ya era demasiado tarde.

Tras meses ayudando a huir a centenares de refugiados, los Fittko vieron la situación cada vez más difícil y finalmente se pusieron ellos también en camino. En octubre de 1941 huyeron a Cuba y años después se instalaron en Estados Unidos. Lisa falleció en Chicago en 2005.

¿Y qué pasó con el maletín con la última y crucial obra de Walter Benjamin? Cuarenta años después de los hechos Lisa Fittko conversaba con  Chimen Abramsky, del University College de Londres y le habló de este manuscrito. Poco después Gershom Scholem, uno de los ejecutores literarios de Benjamin llamó a Lisa para que le explicará más. Lisa dijo: “al menos salvamos el manuscrito que tanto apreciaba”. “Ese manuscrito no existe”, respondió Scholem. “Hasta ahora nunca nadie había oído hablar de esto”.

Nunca se ha encontrado el manuscrito. Ni en Portbou, ni en Figueres, ni en ninguna parte. Tan solo hay una referencia al maletín en el registro de defunción, con la nota: “contiene unos papeles de contenido desconocido”.