Sarajevo ha quedado marcada para siempre por la guerra. Y es motivo más que suficiente para visitarla, pero hay mucho, mucho más. Y la oferta gastronómica no desmerece.

Es el típico lugar donde puedes decir “pues me voy a meter aquí a ver qué tal se come” y difícilmente fallarás. Y hay un sitio que es de visita obligada. No sé si será el mejor de la ciudad en su especialidad o no. Da igual.

Lo malo es que no sé ni cómo se llama, como suele pasar con los sitios que te metes así a probar, sin buscarlos en una guía. Ni tampoco sé el lugar exacto o si todavía existe, tendría que estar allí para comprobarlo. Si alguien quiere pagarme un viaje a Sarajevo para verlo, abro DMs.

Recuerdo que está en la BAŠČARŠIJA, el famoso bazar, enfrente de la fuente de madera, la Sebilj.

Y es algún local de estos. El señor gigante sin cuerpo no es una cosa típica de Sarajevo, no vayáis para verlo. Es alguna cosa del Street View.

¿Y qué es lo que se ofrece en este no del todo identificado local? ¡Zeljanica!

Que consiste en esta maravilla rellena de espinacas y feta, o carne y feta u otras cosas y feta, hecha con pasta filo, que no es ni hojaldre ni masa brisa ni brick. Es pasta filo. La reina de las masas que le da al resto mil vueltas (en este caso literalmente). No sé si es invento bosnio o turco. Si le preguntas a un griego, seguramente te dirá que lo inventaron ellos.

No tengo claro si ofrecen más cosas en este restaurante. Yo la verdad es que me enamoré cuando vi esto así que quizás ignoré completamente el resto de cosas. Y las siguientes veces fui directo a pedir esto.

El local tiene un cierto aire de granja catalana. Es decir, que más que un restaurante es un horno-panadería con mesas para consumir en el local. Te acercas al mostrador, empleas el sistema internacional del dedo para señalar lo que quieres y arreglado. ¿Bebida? Tú mismo te vas al armario frigorífico que hay en el local y coges lo que quieres.

El servicio como se ve por tanto es mínimo. No viviremos experiencias como en el Bar de Nikko y la interacción con los propietarios y parroquianos se corresponderá con la indiferencia / hosquedad balcánicas clásicas. Y no es ninguna queja en absoluto, este corresponsal no soporta las culturas que a los cinco segundos te dan conversación del tipo “where are you from? Barça, Messi” y agradece el silencio y que te den una excelente comida y en paz mientras piensas si pedir otra zeljanica sería de gulafre o no.

Nota final: se puede completar la noche (o el día, no vamos a criticar los hábitos alcohólicos de nadie) con una visita a la Fábrica de Cerveza de Sarajevo, la Sarajevska Pivara, en Franjevačka 15, en cuyo bar se pueden probar las marcas de la casa y brindar por la gran aportación de la civilización austro-húngara a la ciudad.