En 1863 la Guerra de Secesión entraba ya en su tercer año. La Unión había visto frustrado una y otra vez su plan de atacar Richmond, la capital confederada, para acabar con la rebelión. Lincoln decidió que era hora de nombrar un nuevo general al mando del Ejército del Potomac que probara alguna idea nueva y consiguiera destruir el Ejército de Virginia comandado por Robert E. Lee.

El elegido para el cargo fue Joseph Hooker, famoso por ser mucho más organizado que sus predecesores, además de popular entre las tropas, algo muy necesario tras la desmoralizadora Batalla de Fredericksburg.

Joseph Hooker

Hooker hizo honor a su fama. Organizó todo un servicio de inteligencia militar capaz de determinar la posición y efectivos de Lee. Hizo cambios en la dieta y suministros de las tropas que levantaron la moral. Y organizó un plan de ataque que con unas fuerzas muy superiores a las de Lee permitirían atraerlo a la batalla y acabar de una vez por todas con su ejército. Hooker planeó dejar una fuerza en Fredericksburg como distracción y mientras tanto desplazar el grueso del ejército a Chancellorsville. Desde allí podría atacar el flanco de Lee y derrotarlo completamente o forzarle a retirarse. A finales de abril de 1863 el Ejército del Potomac comenzaba a cruzar el río Rappahannock y el río Rapidan y a tomar las posiciones previstas.

Tropas de la Unión cruzando el río Rapidan

Robert E. Lee era Robert E. Lee y como siempre tenía una sorpresa guardada. Contraviniendo los principios básicos de cualquier guerra, decidió dividir sus fuerzas ante un enemigo superior y copió los movimientos de Hooker. Dejó una quinta parte de su ejército en Fredericksburg y con el resto se dirigió a Chancellorsville para hacer frente a Hooker.

El 1 de mayo a las 11:20 se iniciaba la Batalla de Chancellorsville con el primer choque entre los dos ejércitos. Y en ese preciso instante se acababa el tan bien ejecutado plan de Hooker y las esperanzas de que podría dar un cambio a la situación y acabar la guerra. En lugar de aprovechar su superioridad numérica y pasar a la ofensiva, decidió adoptar una postura defensiva, esperando que Lee atacara y destruyera así sus tropas. El gran error de Hooker fue confiar en que Lee seguiría planes convencionales y sobre todo el no tener en cuenta la debilidad en su flanco: The Wilderness.

The Wilderness era un bosque que tras haber sido explotado intensamente el siglo anterior para fabricar carbón vegetal había quedado abandonado y descuidado, repleto de maleza que supuestamente lo hacía impenetrable. Hooker creía que esto protegería su flanco derecho y precisamente por ello asignó al flanco derecho al XI Cuerpo, comandado por el general Oliver Otis Howard. Esta decisión no fue tomada por Hooker por las cualidades de Howard, sino todo lo contrario. Sabiendo de su incompetencia, le asignó el lugar que en teoría estaba perfectamente protegido por defensas naturales.

Oliver Otis Howard

Para terminar de completar las dificultades, a su incompetencia Howard sumaba su racismo. Era un notorio nativista e irónicamente buena parte de su XI Cuerpo estaba formado por inmigrantes alemanes. Su comandante de división encargado del extremo del XI Cuerpo, Charles Devins, compartía el nativismo de su superior, así que ambos sentían un profundo desprecio hacia parte de las tropas que comandaban y hacia sus oficiales, también alemanes. Esta actitud sería fatal al día siguiente y decidiría la batalla.

Lee volvió a tomar decisiones inesperadas. Por si no había sido suficiente con dividir su ejército ante un enemigo superior una vez, ahora iba a volver a hacerlo. Reunido la noche del 1 de mayo con el comandante de II Cuerpo, Thomas Jackson, recibieron un informe de inteligencia del comandante de caballería, J.E.B. Stuart. Sus exploradores habían descubierto la precaria posición del XI Cuerpo de la Unión y habían localizado un sendero que permitía atravesar el bosque sin ser visto. Lee y Jackson lo tenían claro. Jackson movería todo su II Cuerpo a través del bosque para atacar el flanco de la Unión.

Thomas Jackson era uno de los personajes más peculiares entre el generalato de la Guerra de Secesión. Era un fanático presbiteriano fascinado por la teología y el horóscopo. Aunque nunca se pronunció a favor de la esclavitud ni trató de justificarla, tampoco la cuestionó nunca y era propietario de esclavos, a los que para escándalo de sus vecinos les enseñó una formación básica, además de organizar una escuela para esclavos en su iglesia. Padecía una dispepsia crónica y estaba convencido de que tenía un brazo más largo que otro, así que era frecuente que en plena conversación con alguien, incluso en medio de una batalla, se pusiera el brazo “más largo” por encima de la cabeza “para equilibrar la circulación”. Pero por encima de todo era un general brillante, firme y eficiente, admirado por sus tropas. Su impresionante defensa de la línea confederada en la Primera Batalla de Bull Run le hizo ganar su apodo, “Stonewall” Jackson.

Thomas “Stonewall” Jackson

A las 7 de la mañana del 2 de mayo los 28 mil hombres del II Cuerpo de Stonewall Jackson se ponían en marcha mientras Lee asumía el mando de los tan solo 13 mil hombres que quedaban haciendo frente a las 70 mil tropas de la Unión que había en Chancellorsville. Muchas cosas podían salir mal. Quizás Hooker cambiaría de idea y pasaría a la ofensiva. Quizás el movimiento de Jackson sería descubierto. O quizás el flanco derecho de la Unión sería reforzado.

Hooker no pasó a la ofensiva. Y cuando comenzaron a llegar informes de movimientos confederados, asumió que Lee estaba organizando la retirada. Además, suponía erróneamente que el I Cuerpo, al que había dado orden la noche antes de moverse para reforzar al XI, estaba ya en posición. Pero la orden había llegado tarde y el 2 de mayo aún no habían empezado a moverse.

Mientras tanto en el XI Cuerpo llegó a oídos del General Schurz que había movimientos confederados. Si Stonewall Jackson era un personaje peculiar, Carl Schurz no se quedaba corto. Nacido el Liblar, Prusia, en 1829, con 19 años se unió a la Revolución de 1848 siguiendo a su profesor y mentor Gottfried Kinkel. Cuando la revolución fracasó y Schurz fue condenado a muerte, huyó a Francia. Pero Schurz no podía dejar atrás a su amigo Kinkel, encerrado en Spandau mientras esperaba su ejecución. Volvió a Prusia disfrazado y tras elaborar todo un plan, consiguió que Kinkel huyera de Spandau bajando el muro con una cuerda mientras Schurz le esperaba con un carruaje.

Schurz continuó su exilio en Inglaterra, pero decidió que era mejor ir a algún lugar donde no fuera siempre un exiliado y tuviera oportunidad de convertirse en ciudadano. Y ese lugar era América. Tras emigrar en 1853, inmediatamente hizo contacto con otros inmigrantes radicales alemanes y se implicó en la política liberal de Estados Unidos, apoyando el fin de la esclavitud y combatiendo lógicamente al partido anti-inmigración, los “Know Nothings”. Además se afilió al Partido Republicano y apoyó a Lincoln en su campaña para la elección.

Al comenzar la guerra Schurz consiguió que Lincoln le nombrara general y tras diversos destinos y batallas fue destinado a comandar una división del XI Cuerpo. Y esto le llevó el 2 de mayo de 1863 a recibir informes de movimientos confederados y comprobarlo personalmente. Fue a informar a su superior, Howard, pero a las 10 de la mañana aún estaba durmiendo. Mientras pensaba qué hacer, Schurz vio que habían llegado dos mensajes de Hooker, uno avisando de que Howard debía prepararse para un ataque por su flanco y otro indicando que además su línea tampoco estaba preparada para un ataque frontal. Schurz consideró que esto era motivo suficiente para despertar a Howard. Tras lo que Schurz describió como “una animada discusión”, Howard decidió no hacer nada.

Dowdell’s Tavern, cuartel general de Howard

Mientras tanto los hombres de Stonewall Jackson avanzaban lentos pero seguros a través del bosque. Hacia las 3 de la tarde completaron el movimiento, un tiempo largo pero comprensible dado el terreno y la cantidad de efectivos. Jackson subió a una colina para examinar las líneas de la Unión y no dio crédito a lo que veía. El extremo del XI Cuerpo, comandando por Devens, seguía totalmente desprotegido. Los soldados ni siquiera estaban en posición, estaban pasando el rato, fumando, jugando a las cartas… Y para complicar aún más las cosas, el III Cuerpo, a la izquierda del XI, a las 2 de la tarde había abandonado sus posiciones dejando desconectado al XI. Su comandante, el general Sickles, convencido también de que los confederados que habían sido avistados se retiraban, había pedido a Hooker permiso para perseguirlos y Hooker se lo  había concedido.

A las 3 de la tarde Schurz oyó disparos provenientes del extremo derecho, el sector a las órdenes de Devens y fue a investigar. Las patrullas avanzadas de Devens habían avistado algunos confederados y habían abierto fuego. Le dijeron a Schurz que llevaban todo el día viendo movimientos y que lo habían reportado a Devens. Schurz fue a hablar con Devens, pero este le dijo que Howard y Hooker le habían asegurado que eran tropas retirándose y que seguro que ellos estaban mejor informados que Schurz. Entre hacer caso a un general inmigrante y a sus propios soldados de las patrullas, también alemanes, Devens prefirió hacer caso de lo que decían generales que estaban a millas de allí.

A las 4 de la tarde vino el remate final para el XI Cuerpo. Hooker ordenó a Howard apoyar la persecución del III Cuerpo y no solo envió toda una brigada, la quinta parte de sus fuerzas, sino que además decidió acompañar a esta brigada. Antes de marchar de su cuartel general, aún tuvo tiempo de despreciar los informes de dos oficiales de la brigada comandada por otro inmigrante alemán, Leopold Von Gilsa. Condescendiente, Howard le dijo a los oficiales como si fueran niños pequeños que no tenían que tener miedo. Von Gilsa decidió ir en persona cuando sus oficiales volvieron, pero Howard ya se había marchado. Los oficiales de estado mayor de Howard se burlaron de Von Gilsa y le llamaron cobarde.

Schurz tampoco estaba dispuesto a dejar la situación así. Envió al mayor Humbert Dilger, otro inmigrante alemán y experto artillero, a explorar el extremo derecho. Dilger vio a los confederados en posición y salió al galope al cuartel general de Hooker, pero no le dejaron entrar. Decidió ir al cuartel general de Howard, pero ya se había marchado y ninguno de los oficiales presentes le hizo caso. Devens, que estaba allí, dijo que estaba harto de las continuas interrupciones de gente que había visto las tropas de Stonewall Jackson. Schurz decidió dar órdenes por su cuenta y puso dos regimientos orientados hacia el flanco e instaló algunas barreras.

A las 5:30 de la tarde Stonewall Jackson fue a ver al general que dirigiría el ataque, Robert Rodes y le preguntó: “General, ¿está preparado?”. Rodes asintió y Jackson dio la orden de avanzar. Al otro lado del bosque los hombres de la Unión vieron animales huyendo de la maleza. Instantes después oyeron el característico grito rebelde y dos docenas de regimientos confederados se abalanzaron sobre los dos regimientos que poco antes Schurz había apostado para defender el flanco.

Los dos regimientos se vinieron abajo en minutos. Devens contemplaba la situación en silencio sin saber qué hacer. Los confederados siguieron avanzando y atacaron la brigada de Von Gilsa, orientada en la dirección equivocada. En diez minutos 264 hombres de la brigada eran bajas y el resto salió huyendo. A continuación venía la Brigada de Ohio. Su comandante, Robert Reily trató de arengar a sus hombres aunque no pudo evitar decirles la verdad: “algunos no veremos un nuevo amanecer”. Tras sufrir 688 bajas en 15 minutos, entre ellos el propio Reily, también se vinieron abajo. El 17º de Connectitut se deshizo al primer ataque.

La siguiente era la división de Schurz. Sus preparativos frenaron algo a los confederados y aquí la resistencia duró unos veinte minutos. A pesar de numerosas bajas las unidades de Schurz se retiraron en orden y continuaron luchando.

Wilderness Church, el lugar donde las tropas de Schurz todavía consiguieron resistir 20 minutos la carga confederada

Cuando los soldados inmigrantes alemanes que habían huido llegaron a otras líneas de la Unión, los soldados nacidos en América de inmediato los llamaron cobardes. Ninguno había visto el combate y llegaron rápido a la conclusión de que habían huido sin disparar. Las 1600 bajas del XI Cuerpo y las 1000 bajas confederadas muestran lo contrario.

Howard volvió al XI Cuerpo en estos momentos. La prensa escribiría después que estuvo allí heroicamente “intentando parar a los alemanes que huían”. Lo cierto es que estuvo vagando entre las líneas gritando “¡quiero morir!”, buscando un martirio que le redimiera de sus errores. Pero esta verdad nunca saldría a la luz durante décadas y el relato oficial fue que los inmigrantes alemanes se habían comportado como cobardes y provocado la debacle.

Y “los alemanes” en lugar de huir, seguían luchando. El coronel Adolphus Buschbeck, junto a sus cuatro regimientos y los 4000 hombres de Schurz que seguían organizados, construyó una nueva línea que frenó a los hombres de Stonewall Jackson lo suficiente para permitir la vuelta a sus posiciones de los hombres de Sickles.

Los confederados ya habían avanzado 1,5 millas y solo Sickles impedía a Jackson reunir de nuevo sus tropas con las de Lee, pero el anochecer trajo el caos tanto para atacantes como para defensores. A pesar de esto Jackson no quería desperdiciar la oportunidad y sabía que si Hooker podía reorganizarse su superioridad en efectivos haría el resto. Partió hacia el frente con su personal para ver la viabilidad de un ataque a la luz de la luna. Tras la inspección, tuvo lugar el desastre.

En la oscuridad soldados confederados creyeron que Jackson y su personal eran caballería de la Unión y abrieron fuego. Jackson recibió el impacto de tres balas que destrozaron su brazo izquierdo y fue llevado a retaguardia a toda prisa, donde los médicos no tuvieron más remedio que amputarle el brazo. Con su general gravemente herido, el II Cuerpo abandonó la idea de continuar el ataque la noche del 2.

Como temía Jackson, esto hizo perder la oportunidad de explotar el triunfo del ataque al flanco. Al día siguiente los confederados no tuvieron más remedio que atacar las posiciones perfectamente fortificadas de la Unión en Chancellorsville. Los combates  aquí, unidos a los que hubo en Fredericksburg, acabaron provocando 21 mil bajas entre ambos bandos. La batalla aún se prolongaría dos días más, pero al no poder ninguno de los dos bandos romper las líneas del otro, el 6 de mayo Hooker procedió a retirarse.

Chancellor’s House, incendiada durante los combates del 3 de mayo

La promesa de acabar por fin la guerra se había apagado y de hecho la batalla de Chancellorsville no hizo más que intensificarla. El éxito llevó a Lee a ver viable una campaña en lo profundo del territorio de la Unión. Unas semanas después su ejército se pondría en marcha en una ofensiva que culminaría en la Batalla de Gettysburg. Pero para desgracia suya en esta batalla ya no podría contar con su más brillante general. Las heridas de Jackson, dentro de la gravedad, no eran nada fuera de lo habitual. No había sido ni el primer ni el último soldado que perdiera una extremidad y volviera al combate. Pero en su débil estado contrajo una neumonía que acabó siendo fatal. El 10 de mayo de 1863 fallecía para desolación de la Confederación. Tras un funeral público en Richmond, el 15 de mayo era enterrado en Lexington.