“Mientras estoy sentado al sol en un hueco entre los sacos terreros y unos escombros, con proyectiles volando por el cielo azul, una alondra canta y una pequeña comadreja pasa delante mío a un metro de mis pies estirados, mirándome con ojos pequeños y brillantes. Las balas cantan, silban y zumban, al igual que fragmentos de proyectiles (…) Aún hay charcos en los cráteres. Reflejan las estrellas como cualquier agua hermosa, pero nada crece junto a ellos. Hay trozos de hierro en sus orillas, latas y rollos de cable y otros restos de trinchera. Si buscas atentamente puedes encontrar un cráneo, sin ojos, grotescamente enmarañado con algo que antes fue cabello. Hubo un tiempo en el que hubo ojos mirando desde esos agujeros detestables y fueron el tejido de una vida apasionada, clamaban justicia, estaban iluminados de triunfo y la piedad les hacía hermosos”.

La muerte de David Cuthbert Thomas transformó totalmente el ánimo de Siegfried Sassoon. Además de su atrevida manera de combatir, se volvió extremadamente perceptivo de su entorno, a la vez que sus escritos se volvieron más crueles, como muestra el fragmento anterior.

Mientras tanto, los preparativos para la Batalla del Somme estaban a plena marcha. El regimiento fue trasladado a Morlancourt. El Cuartel General ordenó al comandante de Sassoon, el Mayor Stockwell, organizar un ataque la noche del 25 de mayo para (según ellos) levantar la moral e inspeccionar las trincheras enemigas. A pesar de la oposición de Stockwell, no le quedó más remedio que obedecer y dio las órdenes prohibiendo explícitamente a Sassoon comandar el pelotón, sabiendo que haría alguna locura. La noche del ataque, frustrado viéndolos marchar, Siegfried finalmente no pudo resistirse y salió a tierra de nadie con el pelotón de rescate. Y afortunadamente, porque la operación había sido un fracaso. Las alambradas alemanas estaban intactas, el pelotón no podía avanzar y había sido descubierto por los alemanes, sufriendo numerosas bajas. Sassoon coordinó el rescate y consiguió traer de vuelta a todos los heridos y los cadáveres. Por esta acción le fue concedida la Medalla Militar que un año después se volvería muy relevante.

By Government of the United Kingdom – https://www.gov.uk/guidance/medals-campaigns-descriptions-and-eligibility, OGL 3, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=80603077

Y llegado el 1 de julio de 1916, Sassoon se perdería lo más importante de la Batalla del Somme. Su compañía fue asignada a la reserva y a tareas de apoyo, como cargar munición. El 3 julio se trasladó con el resto del regimiento al Bosque de Mametz, aunque de nuevo sin participar en la acción. Tras dos días en Mametz, Stockwell vio que estaban en una posición imposible y ordenó la vuelta al punto de partida. Pero Sassoon decidió que esto no se había acabado. Tras comprobar que sus hombres retrocedían siguiendo las órdenes de Stockwell, Siegfried avanzó solo hacia las líneas alemanas. Tras descubrir a un francotirador que estaba causando estragos, dio un rodeo y atacó su posición con granadas. Lo que ocurrió después lo veremos en sus propias palabras en una carta a Eddie Marsh:

Eddie, eché a 40 boches de una trinchera en el Bosque de Mametz yo solo. ¿Que si me lo pasé bien? Corrieron como alma que lleva el diablo y les tiré granadas e hice sonidos de cacería”.

Su ataque había acabado con el francotirador y expulsado a sus compañeros, pero poco más. Él solo no podía defender la trinchera, así que tras explorarla un rato, volvió a las líneas inglesas. Stockwell, a pesar de que Sassoon había desobedecido órdenes, no podía más que admirar su valentía y propuso añadir una distinción a la Cruz Militar. El Cuartel General no lo aceptó ya que la operación en general fue un fracaso.

En los días siguientes tuvo lugar una de las fases más encarnizadas del Somme, la Batalla del Bosque de Mametz, donde la División Galesa perdería en cinco días 4000 hombres entre muertos y heridos. Nuevamente Sassoon fue puesto en reserva, y en esos días de tensa espera llegó una noticia devastadora: Robert Graves había muerto en uno de los ataques. O eso se creía. En realidad estaba herido grave, pero la noticia inicial de su muerte fue la que llegó a oídos de Sassoon. Sassoon se vino abajo una vez más, pero no tuvo tiempo de dolerse: el 23 de julio despertó con 40 grados de fiebre y disentería. Había contraído fiebre de trinchera.

Tras unos cuantos días en un hospital de campaña y más recuperado, se puso a escribir poemas a la muerte de Graves, pero sobre todo otro de sus poemas más memorables.

DIED OF WOUNDS

His wet white face and miserable eyes
Brought nurses to him more than groans and sighs:
But hoarse and low and rapid rose and fell
His troubled voice: he did the business well.

The ward grew dark; but he was still complaining
And calling out for ‘Dickie’. ‘Curse the wood!’
‘It’s time to go. O Christ, and what’s the good?’
‘We’ll never take it, and it’s always raining’.

I wondered where he’d been; then heard him shout,
‘They snipe like hell! O Dickie, don’t go out’…
I fell asleep… Next morning he was dead;
And some Slight Wound lay smiling on the bed.

MUERTO DE SUS HERIDAS

Su húmeda cara blanca y sus ojos tristes
Llamaban más la atención de las enfermeras que los gemidos y los suspiros:
Pero áspera y baja y rápida se elevó y cayó
Su turbada voz: lo hizo bien.

El pabellón se quedó a oscuras; pero seguía quejándose
Y llamando a “Dickie”. “¡Maldito bosque!”
“Tenemos que irnos. Ay Dios, ¿y para qué?”
“Nunca lo tomaremos y no para de llover”.

Me pregunté dónde había estado; entonces le oí gritar,
“¡Está lleno de francotiradores! Dickie, no salgas”…
Me dormí… A la mañana siguiente estaba muerto;
Y en su cama estaba sonriente un herido leve.

Los médicos encontraron unas manchas en los pulmones de Sassoon además de una anemia, así que decidieron mandarlo a Inglaterra. A la vez y sin saberlo estaban también trasladando a Graves. En el hospital en Oxford Siegfried por fin se enteró de que Graves seguía vivo. Además de un divertido intercambio epistolar entre ambos escritores por la situación, Sassoon se dedicó a escribir poemas satíricos que se burlaban de la visión que tenían los civiles de la guerra.

Cuando se le permitió salir del hospital para dar paseos, Sassoon se reencontró con amigos y conocidos. En una de estas ocasiones le presentaron a la excéntrica Lady Ottoline Morrel, que se enamoró profundamente de Sassoon.

Lady Ottoline, 1902 De Henry Walter Barnett – National Portrait Gallery: NPGhttp://www.npg.org.uk/collections/search/portrait.php?search=ap&npgno=P1005, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=3915169

Tras el alta, Siegfried fue a Weirleigh a ver a su madre. La visita fue incómoda. Su madre no había superado la muerte de Hamo, así que Sassoon acabó recibiendo como un alivio la invitación de Graves a su casa en Harlech. Antes de eso visitó a Lady Ottoline y su marido en su propiedad, Garsington. Los Morrel habían convertido Garsington en un refugio de pacifistas, dándoles trabajos inventados de granjeros para evitar que los alistaran. En este entorno Sassoon conoció posiciones contra la guerra más duras que la suya.     Hasta ahora estaba simplemente enfurecido por el sufrimiento innecesario y la negligencia de los mandos. Pero los pacifistas le comunicaron a Sassoon una noticia impactante: según ellos Alemania ya se había ofrecido a acordar la paz e Inglaterra se había negado.

A la espera de nuevas órdenes Sassoon continuó escribiendo poemas. El 2 de diciembre de 1916 volvió a Litherland, donde recibió la visita de su amigo y compañero oficial Julian Dadd, que había perdido a su hermano y recibido una grave herida en la garganta que solo le permitía susurrar para contar el horror vivido, hecho que inspiraría otro poema a Sassoon:

I’d heard fool-heroes brag of where they’d been,
With stories of the glories they’d seen
(…)
You had no babbling phrases; what you said
Was like a message from the maimed and dead.
But memory brought the voice I knew, whose note
Was muted when they shot you in the throat;
And still you whisper of the war, and find
Sour jokes for all those horrors left behind.

Había oído a estúpidos héroes presumir de dónde habían estado
Con historias sobre las glorias que habían visto
(…)
Tú no parloteabas; lo que dijiste
Fue como un mensaje de los mutilados y muertos.
Pero la memoria me hizo recordar la voz que conocía, cuya nota
Fue silenciada cuando te dispararon en la garganta;
Y aun así susurrabas sobre la guerra, y contabas
Chistes amargos sobre los horrores vividos.

El 15 de febrero de 1917 Sassoon fue enviado de vuelta a Francia. De camino a su base vivió un incidente con un soldado que gritaba semidesnudo ante la mirada nada compasiva de un sargento, incidente que inspiraría el siguiente poema que es uno de los mejores ejemplos de la descarnada sátira con la que Sassoon trataba de impactar a sus lectores:

LAMENTATIONS

I found him in the guard-room at the Base.
From the blind darkness I had heard his crying
And blundered in. With puzzled, patient face
A sergeant watched him; it was no good trying
To stop it; for he howled and beat his chest.
And, all because his brother had gone west,
Raved at the bleeding war; his rampant grief
Moaned, shouted, sobbed, and choked, while he was kneeling
Half-naked on the floor. In my belief
Such men have lost all patriotic feeling.

LAMENTOS

Le vi en la sala de guardia en la base.
En la ciega oscuridad oí sus llantos
Y entré. Con una cara asombrada y paciente
Un sargento le miraba; no valía la pena intentar
Pararlo; porque aullaba y se golpeaba el pecho.
Y simplemente porque su hermano la había diñado,
Se quejaba de la maldita guerra; su dolor desenfrenado
Gemía, gritaba, sollozaba y se ahogaba, y él estaba arrodillado
Semidesnudo en el suelo. Sostengo que
Hombres como él han perdido todo sentimiento patriótico.

Los problemas médicos de Sassoon no habían acabado. Contrajo el sarampión (hecho curioso teniendo en cuenta el sarampión que casi le llevó a la muerte en su juventud; o quizás un diagnóstico o el otro fueron equivocados) y esto retrasó diez días su incorporación al frente. Esta vez se unió al 2º Batallón de los Royal Welch en lugar de al 1º para cubrir bajas.

En abril de 1917 comenzó la Batalla de Arras. En los preparativos Sassoon llevó al frente a sus soldados. Eran muy diferentes de los de hace meses. Apenas estaban preparados y uno no sabía ni disparar. La marcha les destrozó los pies.

Los dos primeros días de batalla fueron un éxito en el sector de los Royal Welch. Sassoon y sus hombres se limitaron a avanzar ocupando trincheras alemanas abandonadas. El panorama de destrucción y cadáveres que se encontraron era infernal. El 15 de abril continuaron el avance. Sassoon y un cabo del regimiento Cameronians atacaron trincheras alemanas lanzando granadas. En un impulso de los suyos, Sassoon se adentró solo en una trinchera y se asomó para examinar los alrededores. De repente un mazazo y un intenso dolor en la espalda lo derribaron. Un francotirador alemán le había disparado en el hombro derecho. Por muy poco la bala pasó limpia sin dañar arterias. Un sargento le ayudó a retirarse y le enviaron a un hospital de campaña para ser evacuado a Inglaterra.

Trincheras alemanas en Arras, 1917

En el hospital en Inglaterra Siegfried comenzó a sufrir visiones de los horrores vividos

“Cuando se apagan las luces y el pabellón es mitad sombras y mitad luz y las camas blancas están en silencio con figuras adormecidas, acurrucadas y estiradas, los horrores llegan arrastrándose por el suelo: el suelo está cubierto de paquetes de carne muerta y huesos, caras que miran al techo, caras mirando al suelo, manos que se agarran el cuello o el vientre; una cara pálida y sonriente con mostacho me espía desde el borde de mi cama, las manos se agarran a mis sábanas… Un chico, un soldado inglés con todo el equipo de combate, se arrastra hacia mi dolorosamente a cuatro patas y se queda jadeando a los pies de mi cama; busca en su camisa una carta; justo cuando se inclina hacia mi para dármela su cabeza cae de lado y se derrumba sobre el suelo; hay un agujero en su mandíbula y la sangre se esparce por su cara blanca como una gota de tinta en un papel. Ojalá pudiera dormir”.

Más recuperado y pudiendo ya hacer salidas del hospital, Sasoon volvió a los encuentros con amigos que le presentan a otros escritores, entre ellos H.G. Wells, un firme opositor a la guerra y admirador de los poemas de Sassoon. Mientras tanto se publicó The Old Huntsman, un volumen en el que Sassoon recopiló tanto poemas de guerra como algunos de sus poemas líricos. Las críticas fueron excelentes.

Superada la etapa de hospital y siguiendo la práctica de hacer la convalecencia de los oficiales en casas de nobles y gente de clase alta, Sassoon se instaló en la casa de los Condes Brassey. Eran unos excelentes anfitriones, pero su actitud ante la guerra era ese “no era para tanto” que Sassoon había visto entre los civiles y que tanta ira le causaba. Siegfried a pesar de todo se armó de paciencia y quiso darles a conocer la verdad y un día le contó a Lady Brassey algunas de sus experiencias. La respuesta fue: “la muerte no es nada. Y los que mueren ayudar a ganar la guerra desde allí arriba”.

Los primeros días Siegfried pudo estar relajado y disfrutar del paisaje. Pero inevitablemente volvieron los recuerdos de la guerra. Tenía visiones del jardín cubierto de los cadáveres de sus amigos. Recibía además cartas de sus compañeros en el frente nada alentadoras. El 2º de los Royal Welch sufrió numerosas bajas el 27 de mayo en Plum Lane, Arras. Nuevamente Sassoon le contó las noticias a Lady Brassey y nuevamente recibió una absurda reacción. Esto inspiraría un nuevo poema:

I told her our Battalion’d got a knock.
‘Six officers were killed. A hopeless show!’
Her tired eyes half-confessed she’d felt the shock
Of ugly war brought home. And then a slow
Spiritual brightness stole across her face…
‘But they are safe and happy now’, she said…

Le conté que nuestro Batallón sufrió un duro golpe.
“Seis oficiales muertos. ¡Qué horror!”
Sus ojos cansados revelaron a medias que había sentido el impacto
De la fea guerra entrando en su casa. Y después un lento
Brillo espiritual relució en su cara…
“Pero ahora están a salvo y felices”, dijo…

En junio de 1917 Sassoon decidió que no podía quedarse callado ante la guerra y tenía que hacer algo. Comenzó a consultar a amigos y conocidos sobre la posibilidad de publicar “algo contra la guerra”. En un almuerzo con Bertrand Russell el 12 de junio este le animó a ello y se ofreció a ser el promotor de la iniciativa. El 14 de junio Siegfried ya tenía preparado el texto:

“Hago esta declaración como acto de desafío consciente a la autoridad militar porque creo que la guerra está siendo prolongada deliberadamente por los que tienen el poder para pararla. Soy un soldado, convencido de que actúo en nombre de los soldados. Creo que esta guerra a la que me uní como guerra de defensa y liberación se ha convertido en una guerra de agresión y conquista. Creo que los fines por los que mis compañeros soldados y yo nos unimos a esta guerra deberían haber sido expuestos de una manera clara y que impidiera que se cambiaran sin nuestro conocimiento y que si se hubiera hecho esto los objetivos que nos movieron a actuar ya se habrían conseguido por medio de negociaciones.

            He visto y padecido el sufrimiento de las tropas y no puedo seguir siendo partícipe de la prolongación de ese sufrimiento por fines que creo malignos e injustos.

            No protesto contra la doctrina militar de la guerra, sino contra los errores políticos y las mentiras por las que se están sacrificando los combatientes.

            En nombre de los que están sufriendo ahora hago esta protesta contra el engaño al que se les somete. También creo que puede ayudar a destruir la insensible complacencia con la que contemplan la mayoría de los que están en casa la continuación de las agonías que no comparten y que no tienen suficiente imaginación para comprender”.

Un factor vital de esta protesta era el temperamento de Sassoon. Otra persona habría pensado más en las consecuencias: consejo de guerra y cárcel por sedición o ejecución por cobardía. Pero era el mismo temperamento que le había llevado a sus valientes acciones en la guerra. Y esto sería lo que dificultaría mucho a las autoridades saber qué hacer con él.

Por otro lado a Siegfried le preocupaba la reacción de sus compañeros oficiales. Temía que lo tomaran como un insulto al regimiento o que le tomaran por loco. Por el momento dejó el escrito guardado porque quería reservárselo para cuando le tocara presentarse en Litherland y para no dar tiempo a sus amigos de disuadirle.

El 4 de julio llegó el telegrama para presentarse en Litherland. Dos días después contestó con su escrito y una carta explicativa dirigida al comandante.

“Le escribo esta carta privada tremendamente desolado. Debo informarle de que tengo intención de negarme a ejercer mis deberes militares. Lo hago como protesta contra la política del gobierno que prolonga la guerra al no exponer públicamente sus condiciones para la paz.

            He redactado un escrito con mis motivos y le adjunto una copia. Se está distribuyendo esta declaración. Me habría gustado ahorrarle este hecho tan desagradable.

            Lo único que quiero es facilitarle las cosas lo más posible cuando tenga que tratar mi caso. Iré a Litherland en cuanto reciba respuesta suya, si así lo desea.

            Soy plenamente consciente de la situación en la que me estoy metiendo”.

A continuación Siegfried envió copias a una lista de amigos y personalidades. Las reacciones fueron casi todas predecibles. Russell obviamente lo celebró, al igual que H.G. Wells. Otros amigos contestaron pidiéndole que no cayera así en desgracia o advirtiéndole que dirían que estaba loco. Su tío Hamo sorprendentemente no se tomó mal la carta e incluso contactó con Ross, un amigo de Sassoon, para saber si podía ayudar en algo. También se ofreció a ayudar el yerno de Hamo, un objetor de conciencia que estaba luchando por su caso. Su nombre era Herbert Farjeon. ¿Resulta familiar el apellido? Era el hermano de Eleanor Farjeon, la amante de Edward Thomas.

Finalmente el 13 de julio Sassoon fue a Litherland. El Mayor Macartney-Filgate, en ausencia del coronel al mando, le recibió cordialmente y le rogó que retirara la carta. Le envió a un hotel en Liverpool mientras se decidía cómo tratar el caso. Siegfried se pasó tres días sin salir del hotel por los nervios. Y después, no pudiendo más, cogió un tren a Formby y dio un paseo por la desembocadura del Mersey. Sassoon se arrancó del uniforme la insignia de su Cruz Militar y la lanzó al agua. 13 años después narraría así lo sucedido:

“Paseando por las dunas me sentí fuera de la ley, amargado y engañado. Quería romper y pisotear algo y en un paroxismo de exasperación realicé el eterno gesto de agitar al cielo mi puño cerrado. Al no sentirme mejor me arranqué de la camisa la insignia de la Cruz Militar y la tiré a la desembocadura del Mersey. Aunque la acción fue muy importante, la sensación habría sido más solemne si la insignia hubiera sido más pesada. Aquella pobre cosa cayó flojamente en el agua y se fue flotando como si fuera consciente de su futilidad. Alguna de mis copas de carreras de caballos habría servido mejor a mis fines y significaban para mi lo mismo que la Cruz Militar.

            Al ver un gran barco que navegaba por el horizonte, me di cuenta de que protestar contra la prolongación de la guerra era tan útil como gritarle a la gente que iba a bordo de ese barco”.

El 19 de julio tuvo lugar el tribunal médico. Los amigos de Sassoon, sobre todo Graves, habían estado actuando a sus espaldas y estaba todo preparado para intentar mitigar el escándalo diagnosticando que sufría lo que entonces se llamaba “shell shock” y hoy se llama estrés postraumático. El tribunal le envió a Craiglockhart, un hospital para “neurasténicos” cerca de Edimburgo.

Los amigos de Sassoon habían evitado la cárcel, pero no se podía evitar la publicidad que el gobierno no quería. El diputado Lees-Smith dio un discurso en los Comunes explicando el caso y leyendo la carta. El Subsecretario de Guerra MacPherson respondió que era el texto de un valiente soldado que sufría “shell shock” y que esperaba su pronta recuperación. En la prensa solo el Labour Leader y el Herald defendieron que Sassoon conservaba plenas facultades.

Sassoon llegó a Craiglockhart el 23 de julio. Pasó días frustrado. Si su protesta no era efectiva, prefería estar con sus hombres. Además el hospital estaba poblado de oficiales genuinamente afectados por la guerra y se sentía un impostor. La parte positiva era que la terapia incluía una intensa actividad física y el doctor Rivers, director del centro, inmediatamente vio la necesidad de actividad física de Siegfried. Sassoon pasó muchos días practicando golf.

El Dr. Rivers en la entrada de Craiglockhart, PD-US, https://en.wikipedia.org/w/index.php?curid=9775050

El 18 de agosto tuvo lugar otro gran encuentro literario de la vida de Sassoon. En el hospital también estaba Wilfred Owen, más joven y como él poeta de guerra, aunque sin obra publicada. Owen se aproximó a Sassoon tímidamente y ciertamente la primera reacción de Sassoon fue de gran esnobismo, acentuado incluso en lo físico. Sassoon era la esencia del caballero inglés mientras que Owen tenía un físico y unos orígenes más modestos. Pero tras esa impresión inicial y al ir leyendo la obra de Owen, Siegfried se dio cuenta del excelente material que tenía ante sí. Durante las siguientes semanas Sassoon asesoró y ayudó a Owen con sus poemas.

Wilfred Owen, By Unknown author – https://archive.org/details/poemsowenwil00owenrich, Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=11769951

Sassoon también continuó con su obra, con poemas como el siguiente que tratan de hacer reaccionar al lector con las insensibles respuestas del narrador y sacarle de la complacencia e indiferencia que Sassoon consideraba que sentían muchos civiles:

Does it matter? – losing your legs?…
For people will always be kind,
And you need not show that you mind
When the others come in after hunting
To gobble their muffins and eggs.

Does it matter? – losing your sight?…
There’s such splendid work for the blind;
And people will always be kind,
As you sit on the terrace remembering
And turning your face to the light.

Do they matter? – those dreams from the pit?…
You can drink and forget and be glad,
And people won’t say that you are mad;
For they’ll know you’ve fought for your country
And no-one will worry a bit.

¿Tiene importancia que hayas perdido las piernas?
La gente siempre será amable
Y no hace falta que demuestres que te importa
Cuando los otros vuelven de cazar
Para devorar sus bollos y huevos.

¿Tiene importancia que hayas perdido la vista?
Hay trabajos espléndidos para los ciegos;
Y la gente siempre será amable
Cuando estés sentado en la terraza recordando
Y volviendo la cara hacia la luz.

¿Tienen importancia esos sueños de la fosa?
Puedes beber y olvidar y estar contento,
Y la gente no dirá que estás loco;
Porque saben que luchaste por tu país
Y a nadie le importará lo más mínimo.

Es en Craiglockhart también donde Sassoon escribiría uno de sus mejores poemas de guerra, Attack:

At dawn the ridge emerges massed and dun
In wild purple of the glow’ring sun,
Smouldering through spouts of drifting smoke that shroud
The menacing scarred slope; and, one by one,
Tanks creep and topple forward to the wire.
The barrage roars and lifts. Then, clumsily bowed
With bombs and guns and shovels and battle-gear,
Men jostle and climb to meet the bristling fire.
Lines of grey, muttering faces, masked with fear,
They leave their trenches, going over the top,
While time ticks blank and busy on their wrists,
And hope, with furtive eyes and grappling fists,
Flounders in mud. O Jesus, make it stop!

Al amanecer la cresta emerge masiva y parda
En la púrpura salvaje del ceñudo sol,
Humeando a través de bandas de humo a la deriva que envuelven
La amenazante y destrozada ladera; y uno a uno,
Tanques se arrastran y avanzan hacia la alambrada.
El bombardeo ruge y se detiene. Entonces, agachados torpemente
Con bombas y rifles y palas y equipo de combate,
Hombres trepan y suben para hacer frente al erizado fuego.
Líneas de rostros grises que murmuran, enmascarados por el miedo,
Abandonan sus trincheras, salen al campo de batalla
Mientras el tiempo avanza inerme y atareado en sus muñecas,
Y la esperanza, con ojos furtivos y puños apretados,
Se hunde en el barro. ¡Oh Jesús, haz que pare!

Mientras tanto el tiempo pasaba, la protesta no daba lugar a nada y Sassoon se sentía cada vez más culpable, pensando que había abandonado a sus hombres. Lady Ottoline le instó a hacer algo más escandaloso, pero Sassoon le contestó que eso únicamente “haría que lo encerraran en una celda acolchada”. Tampoco quería acabar como instructor. Quería volver al frente.

Owen fue dado de alta y Sassoon se despidió de él entregándole diez libras y una carta de presentación a su amigo Ross. Es seguramente lo más útil que hizo por Owen, más incluso que la ayuda con sus poemas. Con esta presentación Owen entró en los círculos literarios y pasó a ser otro de los Poetas de la Gran Guerra.

El 20 de noviembre llegó una noticia impactante. Graves le escribió para anunciar su compromiso con Nancy Nicholson. En su carta Graves le explicaba a Sassoon que nunca se había sentido “un homosexual confirmado”. Impactado por esto y por la frustración de la inutilidad de la protesta, el 26 de noviembre Siegfried fue al comité médico sin importarle mucho lo que pasara. Se aprobó su vuelta al servicio activo y al frente.

CONTINUARÁ