De todos es sabido que en Inglaterra se come fatal. Cada casa de nuestro país es un templo de la gastronomía y como todos sabemos cada día y cada noche se elaboran platos sofisticados y naturales, con productos frescos, con horas de trabajo. Cada noche servimos a nuestras familias auténticas joyas de la dieta mediterránea. Hacemos desayunos completos y equilibrados. Y nunca jamás compramos pizzas ni precocinados.

Y en Inglaterra no, en Inglaterra se come fatal.

Es una afirmación que se repite constantemente, una y otra vez, supongo que como parte de ese pack ancestral anglófobo de “nos robaron Gibraltar”, “son unos piratas”, ya que como todos también sabemos el Imperio Español fue la cumbre de la tolerancia, el respeto a los derechos de los indígenas y la expansión de común acuerdo con los colonizados. Y evidentemente, Inglaterra no tendrá una de las mejores cocinas del mundo (si es que acaso hay mejores cocinas del mundo) y por supuesto en miles de hogares y restaurantes servirán auténtica bazofia… al igual que en miles de hogares y restaurantes de aquí se sirve auténtica bazofia.

El caso es que aquí su corresponsal ha ido algunas veces, pocas, menos de las que desearía, a Inglaterra y ha comido relativamente bien y en algunas ocasiones muy bien. Y sin acudir a lugares de lujo o exclusivos.

¿Y cuál es una buena manera de probar cocina de allí sin lujos y disfrutando? Pues en casi cualquier pub que os encontréis por el camino. ¿Qué nos ofrecerán aquí? El menú suele consistir en una sopa o crema del día más una hamburguesa o sándwich (algo potente con carne o embutidos más muchas cosas), o quizás un fish and chips y guarnición. Y cerveza, claro. ¿Es alta cocina? Evidentemente, no, como no lo es ningún menú del día ni ninguna comida casera en España. ¿Es saludable? Evidentemente no, como no lo es ningún menú del día ni  muchas comidas caseras en España. ¿Está bueno? Sí. Mucho.

Y no, no hace falta conocer a alguien del barrio que nos indique el sitio bueno ni tener una guía especializada. Podemos dar fe de una agradable experiencia de este tipo en algo tan absolutamente turístico como el Gipsy Moth, el pub que hay al lado del Cutty Sark. Podéis ir allí, comer estupendamente y de paso visitar Greenwich y aprender algo de una verdadera Armada dominadora de los mares.

Cosas que se ven por Greenwich. Sir James Thornhill, el pintor del Salón de Pinturas del Old Royal Naval College con cara de “chupaos lo que pone aquí arriba, gourmets del sur”

¿Dónde más disfrutar de experiencias similares? Pues por ejemplo en The Boot, en St Albans. Aparte de tener la ocasión de visitar una población tranquila y agradable a tiro de piedra de Londres y plena de historia, St Albans nos ofrece The Boot, un pub tradicional que afirma estar abierto desde los tiempos de la Guerra de las Rosas. De hecho, está cerca de donde tuvo lugar la Primera Batalla de St Albans, que inició dicha guerra. Y damos fe que algunos de los parroquianos ya debían estar allí mirándose la batalla el día que tuvo lugar. Cerveza en mano, por supuesto. Aquí, mismo tipo de comida y misma experiencia agradable: aquel día en concreto una crema de chirivías y un sándwich de carne con todo.

Interior de The Boot. La electricidad no se había descubierto en 1420, pero la lámpara ya estaba allí

¿Y qué decir del Sunday roast? Grandiosa institución de la que también se puede disfrutar en algunos pubs. En el lugar al que fuimos, a las afueras de Londres, había opción de escoger dos o tres carnes con toda la variación de guarniciones habituales: patatas, zanahorias, guistantes, purés, etc. además de Yorkshire puddings y otras exquisiteces. Aquí el domingo vamos a por un pollo al’ast y nos parece la bomba.

Y si hablamos de repostería esto ya es el desmadre. Scones y pasteles de todo tipo, repostería de país rico, con mantequilla y huevo. Nada de repostería de miseria, de harina y aceite. En casa nos hemos comprado la Mary Berry’s Baking Bible y ahí estamos. Comiendo fatal de repostería también.

Disfruten de sus prejuicios.