Un 20 de enero de 1961 un anciano Robert Frost subía al estrado para leer su poema “The Gift Outright” durante la inauguración de Kennedy como Presidente de Estados Unidos. A sus 87 años Frost se acercaba ya al final de una larga vida de múltiples etapas. Una de esas etapas había comenzado en 1912 cuando se trasladó a Inglaterra, donde había publicado su primer libro de poemas y había conocido a diversas personalidades y autores. Entre ellos, un tal Edward Thomas.

El 6 de octubre de 1913, apenas un mes después del primer poema de Edward, conoció al poeta que impulsaría definitivamente su obra en esta dirección, Robert Frost. La amistad clave que marcaría los últimos años de Thomas casi no llegó a ocurrir. No solo es que el 6 de octubre Edward tenía previsto ver a Eleanor Farjeon, es que además el 5 Edward casi llegó a suicidarse. Frenado en el último momento por Walter de la Mare y cambiada la cita con Eleanor, Frost y Thoms comenzaron con este encuentro un vínculo tan fuerte que Frost recordaría 1914 como “el año de la amistad”.

Ciertos autores consideran que fue Frost quien causó que Thomas escribiera poesía. Como hemos visto, esto no fue realmente así. Edward ya había escrito su primer poema tras un proceso de años de evolución de su estilo. Pero sí es cierto que Frost fue el estímulo definitivo para adoptar el lenguaje poético al hacer que Edward se diera cuenta de que en realidad llevaba ya tiempo escribiendo poesía.

Robert Frost, 1913

Los meses siguientes fueron un continuo intercambio de ideas e imágenes entre ambos autores, no de una manera explícita, sino fluyendo de sus conversaciones y encuentros. Y así, mientras Edward desarrollaba su poesía y continuaba con su trabajo habitual, llegó el fatídico agosto de 1914.

El estallido de la Primera Guerra Mundial tuvo lugar con toda la familia de vacaciones en Ledington, cerca de Swindon. Thomas apenas reaccionó los primeros días, aunque todo podría explicarse por el lugar donde estaban y la lentitud de las noticias. Las grandes ciudades eran un hervidero de soldados movilizados, pero en el campo inglés todo era diferente, remoto.

A medida que fueron fluyendo las noticias y debido a que a finales de agosto de 1914 la situación se fue torciendo para el Ejército británico en las batallas de Mons y Le Cateau, la actitud de Edward fue cambiando. Según le contó a Frost en un paseo:

…Sentía que tenía que hacer algo antes de poder volver a mirar los paisajes de Inglaterra, a los olmos y álamos junto a las casas, a la betónica con dos pares de hojas oscuras en un tallo rígido, que vigilaba como un centinela entre las hierbas o como el helecho junto al seto o en el borde del bosque. Qué vigilaba, no lo sé, al igual que yo no sabía lo que tenía que hacer”.

Edward sentía que tenía que probarse en dos caminos. Uno de ellos, la poesía; el otro, el deber proveniente de su amor por Inglaterra. Un amor que nunca se ha de entender como un amor patriotero. Era un amor a la tierra.

Aunque por supuesto, Edward Thomas era Edward Thomas, el hombre constantemente dominado por la indecisión. Las semanas fueron pasando sin que Edward fuera capaz de dar el paso. Como siempre, la preocupación que le atormentaba era qué iba a ser de la familia si en lugar de trabajar pasaba a tener el sueldo de un oficial, que no era una fortuna.

En otoño tuvo lugar un incidente del que se ha especulado mucho si fue decisivo. Durante un paseo Frost y Thomas entraron inadvertidamente en un coto de caza, del que el guarda les echó con muy malas maneras. Frost, ofendido, respondió al guarda, que les amenazó con su escopeta. Horas más tarde Frost seguía enfadado y decidió ir a la casa del guarda, acompañado de Edward. El guarda insistió en que él tenía razón y apuntó a Thomas con la escopeta. Edward no dijo nada y reculó.

Edward se vio muy afectado por el incidente según se desprende de las notas de su diario. Sentía vergüenza y creía que debía mostrar más hombría. Esto ha llevado a especular si fue el incidente decisivo, pero la cuestión del reclutamiento llevaba semanas en la cabeza de Thomas. Este incidente posiblemente fue otro factor, nada más.

Mientras tanto continuaba el trabajo poético. En una carta dejaba anotado cuál era su ideal de poesía:

Sin una melodía destacada; sin palabras doradas disparadas con intenciones; un uso moderado de imágenes y ninguna cogida por los pelos; ninguna alabanza a las formas modernas en, por ejemplo, descripciones de la naturaleza; sin apóstrofes, sin retórica, nada ‘céltico’. Es el antiguo milagro que no se puede definir: nada más que un sutil entrecruzar palabras para que se alcen de sus tumbas y canten”.

A principios de 1915 Edward seguía sin tomar una decisión. La única respuesta que aún podía dar era expresar su amor por Inglaterra. Y es así cómo empiezan a surgir poemas: The manor farm, The Combe, The Hollow Wood…

En enero de 1915 un pequeño accidente facilitaría el fluir de la inspiración. Thomas se torció un tobillo. Encerrado en casa 3 semanas y sin mucho trabajo, continuó escribiendo. El 7 de enero de 1915 nos traería el primer poema con una referencia explícita a la guerra: A Private.

A private

This ploughman dead in battle slept out of doors
Many a frosty night, and merrily
Answered staid drinkers, good bedmen, and all bores:
‘At Mrs Greenland’s Hawthorn Bush,’ said he,
‘I slept.’ None knew which bush. Above the town,
Beyond ‘The Drover’, a hundred spot the down
In Wiltshire. And where now at last he sleeps
More sound in France—that, too, he secret keeps.

Un soldado

Este labrador muerto en combate durmió al raso
En muchas noches de helada; y con alegría
Le decía a bebedores serios, buenos hombres de cama y todos aburridos:
‘En el Espino de la Sra. Greenland’, decía,
‘Es donde he dormido’. Nadie sabía qué arbusto. Sobre la ciudad,
Más allá de ‘The Drover’, cientos de sitios en la colina
En Wiltshire. Y dónde duerme para siempre
Más profundamente en Francia, eso también lo mantiene en secreto.

A private es un poema que se nutre directamente de los cuadernos de notas de Thomas. En concreto de dos notas de 1911-1912:

un bebedor que duerme al raso dice que se alojó en ‘El Espino de la Sra. Greenland’ “(…) “y el prado es amplio y salpicado de muchos hermosos espinos (‘El Espino de la Sra. Greenland’)”.

El poema comienza como una simple elegía al trabajador rural, un hombre que duerme al raso porque quiere o porque no tiene dinero y hace la broma de dormir entre arbustos poniéndole un nombre que suena a posada. Y de repente hay un giro. De la idílica Inglaterra rural pasamos a los campos cubiertos de cadáveres de Francia. Y se crean así contrastes entre pasado y presente, entre paz y guerra.

Estos contrastes, sobre todo entre pasado y presente nos llevan a uno de los poemas más destacados de Thomas: Adlestrop. Un lento y complicado viaje en tren en junio de 1914, con una parada en la estación de Adlestrop, inspiraría unos meses después este poema, sobre la evocación de un mundo idílico, sobre la época que tocó a su fin el día que estalló la guerra.

Adlestrop

Yes. I remember Adlestrop—
The name, because one afternoon
Of heat the express-train drew up there
Unwontedly. It was late June.
The steam hissed. Someone cleared his throat.
No one left and no one came
On the bare platform. What I saw
Was Adlestrop—only the name
And willows, willow-herb, and grass,
And meadowsweet, and haycocks dry,
No whit less still and lonely fair
Than the high cloudlets in the sky.
And for that minute a blackbird sang
Close by, and round him, mistier,
Farther and farther, all the birds
Of Oxfordshire and Gloucestershire.

Adlestrop

Sí. Recuerdo Adlestrop:
El nombre, porque una tarde
De calor el expreso se detuvo allí
Sin motivo. Era finales de junio.
El vapor silbó. Alguien se aclaró la garganta.
Nadie se fue y nadie vino
En el andén vacío. Lo que vi
Fue Adlestrop; pero solo el nombre
Y sauces, epilobio y hierba,
Y reina de los prados y heno seco,
Ni una pizca menos quieto y solitario
Que las altas nubes pequeñas en el cielo.
Y durante ese minuto un mirlo cantó
Cerca y en torno a él, más borrosamente,
Más y más lejos, todos los pájaros
De Oxfordshire y Gloucestershire.

 

Adlestrop. La estación ya no existe, pero se ha conservado el cartel que vio Thomas desde el tren

En manos de Thomas, algo ordinario como una parada de tren en mitad de la nada, se convierte en extraordinario. Thomas conecta con los lectores y convierte este poema en una obra universal y memorable al recordar esos momentos insignificantes que por algún motivo perviven en nuestra memoria. También encontramos aquí la esencia de la Inglaterra rural, sus árboles, flores, cielos. Y la nostalgia de un mundo perdido con el canto de los pájaros. El canto que muchos hombres verán sustituido en Francia por el rugir de los cañones.

Con una situación tan inestable en Europa, los Frost decidieron volver a América. Robert ofreció a Edward irse toda la familia con ellos, poniendo su casa a su disposición y proponiéndole ayudarle a encontrar trabajo en una editorial o universidad. Pero Edward no aceptó la oferta. Si se marchaba, Edward se quedaría con la sensación de estar renunciando, al igual que frente al guarda.

A pesar del parón que la guerra supuso en muchas actividades, Edward recibió dos encargos. Uno de ellos, un recopilatorio titulado This England, una selección de autores que para Thomas reflejaban su forma de amar Inglaterra, textos patrióticos pero no exaltados, que expresaban amor a la tierra sin despreciar al resto. El segundo encargo seríaThe life of the Duke of Marlborough, una biografía muy correcta y con constantes referencias a la situación de la guerra, ya que Marlborough había combatido en muchos campos de batalla relevantes en 1915.

Y en julio de 1915 llegó la decisión. Thomas se alistó en los Artists’ Rifles. Este regimiento creado en 1860 ya no era como entonces un regimiento exclusivamente para profesionales de las artes, pero seguía conservando su espíritu y se había convertido en una escuela de oficiales. Era por tanto la elección natural para Edward.

Emblema de los Artists’ Rifles, con las cabezas de Marte y Minerva

No sería hasta unos días después y una vez pasado el examen médico cuando Edward le contó su decisión a Helen. Helen estaba horrorizada, pero con su actitud de siempre, “aceptaré lo que a él le haga feliz”, acabó asumiendo la decisión. Eleanor adoptó una actitud similar: “el continuo atormentarse había desaparecido y estaba contenta por ese motivo”.

Edward empezó de inmediato su instrucción. Los permisos los aprovechaba para ir a Londres en lugar de visitar a su familia. En septiembre hizo la instrucción en el campo de High Beech. Terminada en octubre, su primer destino fue un trabajo absolutamente perfecto para él: instructor de mapas en el cuartel de Londres.

En noviembre tocó hacer más instrucción, esta vez en Hare Hall Camp. Edward estaba rodeado de un paisaje aburrido y muy diferente de “su” sur de Inglaterra, pero aún así encontró momentos para la inspiración. Es la época en la que escribió otros dos poemas clave: Rainy Roads.

Con Roads la poesía de Thomas comenzó a dar un giro. Plenamente consciente del destino que había elegido, en Roads hace un recuerdo de sus amados caminos de Inglaterra,

The hill road wet with rain
In the sun would not gleam
Like a winding stream
If we trod it not again.

El camino de la colina húmedo de lluvia
Bajo el Sol no brillaría
Como un serpenteante arroyo
Si no volviéramos a pisarlo.

Y es inevitable pensar que de alguna manera se está despidiendo de ellos:

They are lonely
While we sleep, lonelier
For lack of the traveller
Who is now a dream only.

Están solos
Mientras dormimos, aún más solos
Por faltar el viajero
Que ahora es solo un sueño.

Porque el destino ha cambiado y ahora,

Now all roads lead to France
And heavy is the tread
Of the living; but the dead
Returning lightly dance:

Ahora todos los caminos llevan a Francia
Y es pesado el paso
De los vivos; pero los muertos
Vuelven bailando ligeros:

Esa certeza del nuevo destino y del camino hacia la muerte se expresa aún más crudamente en Rain:

Rain

Rain, midnight rain, nothing but the wild rain
On this bleak hut, and solitude, and me
Remembering again that I shall die
And neither hear the rain nor give it thanks
For washing me cleaner than I have been
Since I was born into solitude.
Blessed are the dead that the rain rains upon:
But here I pray that none whom once I loved
Is dying tonight or lying still awake
Solitary, listening to the rain,
Either in pain or thus in sympathy
Helpless among the living and the dead,
Like a cold water among broken reeds,
Myriads of broken reeds all still and stiff,
Like me who have no love which this wild rain
Has not dissolved except the love of death,
If love it be towards what is perfect and
Cannot, the tempest tells me, disappoint.

Lluvia

Lluvia, lluvia de medianoche, nada más que la lluvia salvaje
En esta desolada cabaña, y la soledad y yo
Recordando de nuevo que moriré
Y ni oigo la lluvia ni le doy las gracias
Por dejarme más limpio de lo que he estado nunca
Desde que nací en soledad.
Benditos son los muertos sobre los que cae la lluvia:
Pero rezo porque nadie de los que una vez amé
Esté muriendo esta noche o yaciendo aún despierto
En soledad, escuchando la lluvia,
Sufriendo dolor o por simpatía
Sintiéndose indefenso entre los vivos y los muertos,
Como un agua fría entre cañas rotas,
Miriadas de cañas rotas todas quietas y rígidas,
Como yo que no tengo ningún amor que esta lluvia salvaje
No haya disuelto salvo el amor a la muerte,
Si es amor hacia lo que es perfecto y
No puede, me dice la tormenta, decepcionar.

Sin mencionarla ni un momento, la guerra está presente en cada verso. Edward sabe cuál puede ser su final. Meditando bajo la lluvia en el campo de instrucción, piensa en quienes yacen muertos en Francia (“blessed are the dead that the rain rains upon”) y en la muerte que prontó se llevará a los que aún viven, vigilantes en su trinchera (“like a cold water among broken reeds”).

Y de una época de poemas sombríos y lúgubres, pasamos con la llegada de 1916 a poemas que son todo lo contrario. El motivo no era otro que el reencuentro con una amistad de juventud, Edna Clarke Hall. Todo parece indicar que con Edna ocurrió lo mismo que con Hope Webb, con el añadido de Edna responder a los sentimientos de Edward al encontrarse atrapada en un matrimonio con un hombre mucho mayor que ella. Pero al igual que con Hope, nada fue más allá de compañía y conversaciones.

Edna Clarke Hall

Edna Clarke era también una artista, famosa ya entonces por sus acuarelas y más adelante por sus ilustraciones para libros como Cumbres borrascosas. Inspirada por Thomas, durante un tiempo también se dedicaría a escribir poemas y unos cuantos expresando abiertamente sus sentimientos por Edward.

Como era de esperar, esto supuso otro duro golpe para Helen. Los cruces de reproches en sus cartas en aquella época son desoladores. Y es un terrible signo de lo mal que estaba la relación que Helen pensaba que estos versos que Edward escribió provocado por una pésima conversación con su padre: “Pero mientras vivas / No podré amarte” iban dirigidos a ella.

Porque en esta época en la que Edward vio fácil hablar de sus sentimientos, también escribió unos poemas dedicados a su familia. Hubo un poema para cada uno de sus hijos. En el de Bronwen, Edward le “regala” algunos de sus nombres de lugares favoritos de Essex (Lapwater, Pyrgo, Roses…) a cambio de que ella le siga encontrando las primeras flores de la primavera. A Merfyn también le “regala” algunos lugares de Essex. A Myfawny, que entonces tiene 5 años, solo le “regala” Steep porque “no quiero cargar sus pequeñas manos / con tantos acres”.

Después vendría un poema a su madre. ¿O lo es realmente todo el poema? Nunca, ni en cartas, diarios o testimonios de familiares quedó registrado el más mínimo problema entre Edward y su madre. Pero el caso es que tras cuatro estrofas expresando puro amor, de repente el poema pasa a esto:

That I could not return
All that you gave
And could not ever burn
With the love you have,
Till sometimes it did seem
Better it were
Never to see you more
Than linger here
With only gratitude
Instead of love—
A pine in solitude
Cradling a dove.

Que no podía devolverte
Todo lo que dabas
Y no podía arder
Con el amor que profesabas,
Hasta que a veces parecía
Que era mejor
Nunca más verte
Que seguir aquí
Con solo gratitud
En lugar de amor
Un pino solitario
Que acunaba una paloma.

¿Eran estos versos realmente para la madre de Thomas? ¿O la segunda mitad del poema era un poema dirigido con toda sinceridad a Helen y que finalmente, arrepintiéndose pero sin querer tampoco destruirlo, Edward añadió al poema a su madre para disimular? Es sospechosa la insistencia de Edward en varias cartas de que esos versos tampoco son para Helen y que no vaya a pensar algo como con los versos a su padre. Y es aún más sospechoso lo falso que se siente el poema oficialmente dirigido a Helen sabiendo la situación en la que se encontraban:

And you, Helen, what should I give you?
So many things I would give you
Had I an infinite great store
Offered me and I stood before
To choose.(…)

Y a ti, Helen, ¿qué te regalaría?
Te regalaría tantas cosas
Si un gran almacén infinito
Me ofrecieran y estuviera en él
Escogiendo (…)

La guerra continuaba y Edward no se decidía a tomar un camino más activo debido como siempre a la obsesión por mantener a la familia. En un destino en combate en Francia tendría que gastar dinero para mantenerse. El ejército por supuesto proporcionaba todas las necesidades básicas, pero hay que tener en cuenta que en la Primera Guerra Mundial todavía se vivía en una sociedad de clases en la que un oficial tenía que aparentar y disfrutar de ciertas comodidades para encajar en su clase social.

El Royal Literary Fund salvó la situación concediendo a Edward una pensión que podía compensar los gastos extra de un destino en combate. Con la situación económica resuelta, Thomas solicitó ser destinado a la Royal Garrison Artillery (RGA), el regimiento encargado de la artillería pesada que se había vuelto una herramienta vital en la guerra.

En este momento Thomas volvió a los poemas sobre la nostalgia y la pérdida. Basándose en una anécdota de un paseo con Myfawny, que pensó que los pétalos de unos cerezos caídos al suelo eran confetti y que por tanto alguien se había casado, Thomas construyó estos versos:

The cherry trees bend over and are shedding
On the old road where all that passed are dead,
Their petals, strewing the grass as for a wedding
This early May morn when there is none to wed.

Los cerezos se inclinan y dejan caer
Sobre el antiguo camino donde todos los que pasaron están muertos
Sus pétalos, esparcidos por la hierba como en una boda
En esta mañana de principios de mayo en la que no hay nadie a quien casar.

En estos breves versos que recuerdan a un haiku en estilo y con incluso el uso de una imagen tan japonesa como un cerezo, sin duda influido por otro de sus conocidos, el poeta japonés Yone Noguchi, Thomas emplea la técnica de la descripción por ausencia y nos habla de esos hombres que ya no volverán para casarse. Para ellos no habrá pétalos ni confetti esparciéndose sobre la hierba.

En agosto de 1916, comenzado el adiestramiento en la RGA, Thomas nos daría otro poema inspirado en una anécdota con sus hijos, esta vez con Bronwen, cuando siendo muy pequeña, al romperse una rosa que había cogido, dijo: “se ha ido, se ha ido”:

Gone, gone again

Gone, gone again,
May, June, July,
And August gone,
Again gone by,
Not memorable
Save that I saw them go,
As past the empty quays
The rivers flow.
And now again,
In the harvest rain,
The Blenheim oranges
Fall grubby from the trees,
As when I was young—
And when the lost one was here—
And when the war began
To turn young men to dung.
Look at the old house,
Outmoded, dignified,
Dark and untenanted,
With grass growing instead
Of the footsteps of life,
The friendliness, the strife;
In its beds have lain
Youth, love, age, and pain:
I am something like that;
Only I am not dead,
Still breathing and interested
In the house that is not dark:—
I am something like that:
Not one pane to reflect the sun,
For the schoolboys to throw at—
They have broken every one.

Idos, idos de nuevo

Idos, idos de nuevo,
Mayo, junio, julio
Y agosto idos,
Idos de nuevo,
Memorables solo
Porque los vi irse,
Al igual que pasados los muelles vacíos
Los ríos fluyen.
Y ahora de nuevo,
En la lluvia de la cosecha
Las naranjas de Blenheim
Caen sucias de los árboles,
Como cuando era joven,
Y como cuando la perdida estuvo aquí
Y cuando la guerra comenzó
Para convertir a hombres jóvenes en estiércol.
Mira la vieja casa,
Pasada de moda, digna,
Oscura y sin habitar,
Con hierba creciendo en lugar
De los pasos de la vida,
La amistad, la lucha;
En sus camas han yacido
Juventud, amor, edad y dolor:
Soy algo así;
Salvo que no estoy muerto
Aún respiro y me interesa
La casa que no es oscura:
Soy algo así:
Sin un solo cristal que refleje el sol
Para que los niños le den una pedrada.
Han roto todos.

En este poema lleno de nostalgia y resignación, Thomas añade a la pena infantil por romperse la rosa la aceptación adulta de que hay cosas que no se pueden arreglar o cambiar. Las imágenes que Thomas evoca en el momento en el que dio el paso final hacia su destino en Francia están llenas de desolación y destrucción: los jóvenes mueren en la guerra como un proceso inevitable. Todo ello reforzado con versos de juventud perdida, personas perdidas (¿es Edna “la perdida”, de la que acababa de despedirse al haber cambiado de destino?) y con un final de resignación en el que Edward vuelve a su obsesión de que es insignificante. A pesar de la constante necesidad de él que siempre mostraron Helen y los niños, a pesar del éxito de sus obras y del reconocimiento de tantos otros autores, Edward siguió casi hasta el final de su vida convencido de ser superfluo.

La familia volvería a hacer todavía otra mudanza más. Thomas aprovechó un permiso para ayudar e intentar animar un poco a Helen, que encontraba la casa fea y sucia. El disgusto con la casa no era más que una manera de expresar el temor por el futuro de Edward.

En diciembre de 1916 el adiestramiento de Thomas acabó y se anunció una necesidad urgente de voluntarios para ir directos a baterías en Francia. Obviamente los mandos no revelaron las intenciones, pero habían comenzado los preparativos para la batalla de Arras. Edward se presentó voluntario y fue asignado a la 244thSiege Battery. Y en ese momento escribió Lights Out.

Lights Out

I have come to the borders of sleep,
The unfathomable deep
Forest where all must lose
Their way, however straight,
Or winding, soon or late;
They cannot choose.

Many a road and track
That, since the dawn’s first crack,
Up to the forest brink,
Deceived the travellers,
Suddenly now blurs,
And in they sink.

Here love ends,
Despair, ambition ends;
All pleasure and all trouble,
Although most sweet or bitter,
Here ends in sleep that is sweeter
Than tasks most noble.

There is not any book
Or face of dearest look
That I would not turn from now
To go into the unknown
I must enter, and leave, alone,
I know not how.

The tall forest towers;
Its cloudy foliage lowers
Ahead, shelf above shelf;
Its silence I hear and obey
That I may lose my way
And myself.

Luces apagadas

He ido a los límites del sueño,
El profundo e insondable
Bosque donde todos deben perder
El camino, aunque sea recto,
O con curvas, tarde o temprano;
No pueden elegir.
Muchos caminos y senderos
Que desde el primer momento del alba
Por el borde del bosque
Engañaron a los viajeros
Ahora de repente se hacen borrosos
Y en ellos se hunden.
Aquí termina el amor,
La desesperación, la ambición acaban;
Todo placer y toda preocupación,
Aunque sea el más dulce o la más amarga,
Aquí acaba en un sueño que es más dulce
Que los trabajos más nobles.
No hay ningún libro
Ni rostro estimado
Que no dejaría atrás ahora
Para ir a lo desconocido
Debo entrar e irme solo
No sé cómo.
Las altas torres del bosque;
Su neblinoso follaje desciende
piso a piso;
Su silencio escucho y obedezco
Para que pueda perder mi camino
Y a mi mismo.

El siguiente destino de Thomas fue Lydd Barracks, en la costa de Kent, un paisaje desconocido hasta entonces para él y que por supuesto disfrutó. Poco después los Thomas celebraban la que iba a ser su última Navidad juntos, en un tono alegre y distendido, con comidas especiales, regalos… Thomas estaba satisfecho. A pesar de las preocupaciones sobre lo que podía pasar en Francia, ahora tenía una misión, un objetivo. Ya no podía considerarse un hombre superfluo como sus alter ego en The Happy Go-lucky Morgans. En su rostro, como en la siguiente foto, una de las últimas que se le hicieron, se veía una expresión seria y preocupada pero determinada.

A continuación vino la ronda de despedidas. De Eleanor se despidió el 8 de enero. De sus padres, dos días después. De Helen, días más tarde. Helen contaría en una carta a una amiga tres años después cómo lo había vivido ella:

Hoy hace tres años que Edward se fue. La nieve era abundante y desapareció rápido en una espesa niebla y nos llamamos el uno al otro hasta que ya no pudimos oírnos. Me quedé sola sabiendo que nunca más le vería, nunca más le oiría, nunca más le abrazaría… Nuestra vida juntos fue un mar agitado, con mareas subiendo y bajando, tranquilo y glorioso, desesperación y éxtasis; nunca tranquila, nunca fácil, pero siempre intensa y en movimiento, ola tras ola, un mar salvaje, profundo y glorioso. Nuestra vida fue terrible y gloriosa, pero siempre fue vida”.

El 29 de enero la unidad de Thomas embarcaba para Francia. El viaje hasta Arras fue largo y complicado, aunque Edward como siempre disfrutó del paisaje y la naturaleza. Su destino en un puesto de observación no hizo más que darle oportunidades de seguir admirando el campo.

El 19 de febrero fue trasladado al Cuartel General para trabajar en la interpretación de fotografías aéreas. No se sentía a gusto y quería estar en primera línea. El 9 de marzo le permitieron volver a su unidad, situada en una posición peligrosa a poca distancia de Arras y bajo constante bombardeo alemán.

Obús de la RGA en posición en Arras, abril de 1917

El 26 de marzo la unidad se trasladaba a una posición entre Achicourt y Agny. El movimiento era una respuesta a la retirada alemana a sus fortificaciones de la Línea Hindenburg, que trastocó los planes ingleses pero los aceleró.

El 8 de abril, víspera de la batalla, la batería de Thomas hizo un ensayo del bombardeo inicial que precedería la batalla. Los alemanes respondieron con un bombardeo que arrasó Achicourt. Mientras Thomas observaba los movimientos alemanes, un proyectil pasó a pocos centímetros de él, tirándole al suelo e incluso deformando el cuaderno de notas y la foto de Helen que llevaba en el bolsillo. El proyectil no explotó y Edward no se había hecho ni un rasguño.

Foto de bolsillo de Helen que llevaba Edward, dañada por el paso del proyectil

Años más tarde Helen construiría una historia según la cual Edward murió el 8 de abril por este proyectil. Según su historia, la onda de aire de gran velocidad del proyectil que derribó a Edward también le habría causado un paro cardíaco, muriendo así sin dolor ni ninguna herida. Esta historia ha sido repetida en muchas obras y figura hoy en día todavía en muchos artículos como la causa de la muerte de Edward. Pero no es así. Tanto las cartas de los compañeros de Edward como la documentación del regimiento demuestran que salió ileso del incidente y que esa noche celebraron juntos la increíble suerte de Thomas.

Esas mismas cartas y documentación demuestran que la verdadera muerte tuvo lugar como contamos al iniciar esta serie de artículos. El 9 de abril, poco después de comenzar el bombardeo de preparación, Edward moría por el impacto de una pip-squeak alemana de 77 mm que le atravesó el pecho. Y sus compañeros se llevaron su cadáver bajo una intensa e inusual nevada.

Snow

In the gloom of whiteness,
In the great silence of snow,
A child was sighing
And bitterly saying: “Oh,
They have killed a white bird up there on her nest,
The down is fluttering from her breast!”
And still it fell through that dusky brightness
On the child crying for the bird of the snow.

Nieve

En la tristeza de la blancura,
En el gran silencio de la nieve,
Un niño se lamentaba
Y decía amargamente: “¡Oh,
Han matado a un pájaro blanco que estaba allí arriba en su nido,
Las plumas revolotean sobre su pecho!”
Y en silencio siguió cayendo a través de ese oscuro brillo
Sobre el niño que lloraba por el pájaro de la nieve.

Edward fue poco después enterrado en lo que acabaría siendo el cementerio militar de Agny. La tumba, con la correspondiente lápida reglamentaria sería decorada con plantas y flores traídas de la casa familiar, siguiendo la costumbre que habían tenido en cada mudanza de transplantar las plantas que más apreciaban. Edward descansa así separado de su amada Inglaterra pero con un pequeño trozo de ella.