Viajar está bien. Y probar la gastronomía local es básico. Pero claro, cuando estás en otras partes del mundo, hay otras costumbres, otras maneras de comer y a veces además se pueden interponer incompresiones por el idioma. Así que es normal equivocarse y a veces acabar convirtiendo una comida en una anécdota o una pesadilla. Fieles a nuestra vocación de servicio público, os ofrecemos algunas cuestiones a tener en cuenta vividas en nuestros viajes.

“Are you sure?”

Los camareros a veces son tus amigos. Sobre todo si son canadienses, porque todos los canadienses son amigos. Así que si dudan de lo que pides, haced caso.

En un viaje en Nanaimo, Columbia Británica, fuimos a un restaurante del lugar, con la alta gastronomía del lugar. Y pedimos lo que consideramos normal: una hamburguesa, una pizza y para acompañar, unos nachos. La camarera al tomar nota, dijo en tono dudoso: “Are you sure?”. Y nosotros, que pues claro, que palante.

Minutos después lo entendimos. Llegaron los nachos. Esperábamos el plato ridículo en plan tapa habitual aquí y nos encontramos con esto

Obviamente no hubo quien acabara ni los nachos, ni la hamburguesa ni la pizza. Pero como los canadienses son tus amigos, “do you want a box for take away?” “Yes, please”, dijimos agachando la cabeza.

Hotto ≠ Sumetai

Japón. Ay, Japón, lo fácil que es viajar por allí. Bueno, depende. La gastronomía en los lugares turísticos suele estar resuelta. O bien hay menús bien traducidos al inglés, o están los famosos platos de plástico en el mostrador simulando los platos reales para que señales y pidas. Pero a la que te sales un poco del circuito, puede haber problemas.

En un restaurante, al pedir unos udon, en la carta estaban indicados unos cuantos como “hot” y otros como “cold”. Suponiendo entonces el primer significado obvio, pedimos los “hot”. Y eran hot de picante. MUY PICANTE.

Con la mosca tras la oreja, al día siguiente en otro lugar nos encontramos sin indicaciones de este tipo. Y queríamos evitar a toda costa acabar con la boca requemada como el día antes (que claro está, nos comimos los hot, a ver quién se pone a explicárselo o pedir cambiar el plato, o dejarlo sin comer y que se sientan ofendidos). Así que como mucho aspaviento, dijimos “no hot, please”… Y nos llegaron unos udon fríos. Muy fríos. En un día lluvioso.

Todo se puede dividir… excepto el calzone, claro

Situación de pardillismo juvenil absoluto. En una pizzería en Argentina, tenía la opción de pedir la pizza con una mitad de un tipo y la otra mitad de otro. Era joven e inocente, y pedí una mitad de un tipo que no recuerdo, y la otra mitad, que fuera calzone. Silencio incómodo del camarero… “El calzone no se puede, claro”. Y solo días después conseguí encontrar lo que era un calzone y el aspecto que tenía y por fin entendí el problema

“¿Está seguro?” edición argentina

Y de nuevo en Argentina, desconociendo en absoluto sus costumbres a la hora de comer. En un restaurante en Buenos Aires, una carta de menú del día que parecía primeros y segundos. Así que pedí lo que me pareció un primero y lo que me pareció un segundo. “¿Está seguro?”. “Sí, claro”… Y se trataban de platos únicos, enormes. De nuevo comida sin acabar.

Famoseo de Helena Borràs

Nuestra estimada Helena Borràs nos pasa la siguiente historia:

“Vam anar a un restaurant que s’anunciaba a Radio Flaixbac fa molts anys. Si deies que anaves de part d’ells et convidaven a cava a les postres o alguna cosa així. Total, que el més llençat ho va dir:

VENIM DE RADIO FLAIXBAC

I aquí es va generar el malentés, es van pensar que érem locutors i periodistes i no ho vam voler desmentir i per un punyetero xupito vam muntar una pel·lícula que pá qué.

Reconstrucción de los hechos

Esperamos que esta guía os haya sido útil y os evite malentendidos y problemas. Y recordad siempre que algunos currys pican y otros no. Oi, Jordillo?