En el capítulo anterior dejamos a Isaac Rosenberg con los diversos problemas que tuvo con su cuadro Joy. Uno de los problemas es que su vertiente literaria le había podido y había dedicado tiempo a numerosos poemas. A finales de 1912 se puso en contacto por carta con Laurence Binyon, poeta y experto en arte. Binyon respondió positivamente y es quizás por esto que poco después de conocer en persona a Binyon, Isaac decidió publicar por sí mismo su primer volumen de poemas, Night and Day. Gracias a los impresores Cohen y Narodiczky, Rosenberg consiguió publicar Night and Day por muy poco dinero.

Rosenberg tenía un interés radical y religioso por la vida y su significado, y este es el hilo conductor de Night and Day. El poeta pregunta a la Noche, al Día, pero no es hasta el Crepúsculo que encuentra una respuesta. Estas respuestas llegan por el poder de la belleza, pero avisando del peligro que se oculta en esa belleza, un tema que se repetirá constantemente en la poesía de Rosenberg. Así por ejemplo en Day:

(…)

Let me carve my fantasy
Of the fretwork of the leaves.

Then the trees bent and shook with laughter,
Each leaf sparkled and danced with glee.
On my heart their sobs came after,
Demons gurgling over me.
And my heart was chilled and shaken,
And I said thro’ my great fear,
When the throat of tears is slaken
Joy must come for joy will hear.

El libro no consiguió tener apenas repercusión y fue otra dificultad sumada a los problemas con la Sra. Cohen. Además Isaac tuvo un enfado con Sherbrooke y se quedó sin estudio, otro problema porque en diciembre de 1912 Rosenberg tenía que aplicarse con la pintura para que la Jewish Education Aid Society le considerara digno de beca. Decidió apuntarse al Prix de Rome, un premio anual que otorgaba una cantidad sustanciosa. Trabajó a fondo ya que tenía que presentar varias obras, pero no fueron seleccionadas. Acabado esto, volvió a la poesía:

From her hair’s unfelt gold
My days are twined.
As the moon weaves pale daughters
Her hands may never fold.

Her eyes are hidden pools
Where my soul lies
Glimmering in their waters
Like faint and troubled skies.

Dream pure, her body’s grace,
A streaming light
Scatters delicious fire
Upon my limbs and face.

Este intrigante poema parece estar relacionado con el momento en el que Sonia Cohen se fue a vivir con su amigo Rodker, simulando que estaban casados, ya que si no podían ser encarcelados por adulterio. A pesar del duro golpe emocional, Isaac mantuvo buenas relaciones con ellos y les visitaba frecuentemente en su piso, donde junto con otros amigos mantenían debates sobre arte y política.

El 10 de noviembre de 1913 Rosenberg conoció en el Café Royal al famoso mecenas y marchante de arte Edward Marsh. Marsh, 18 años mayor que Rosenberg, tenía a diversos jóvenes artistas como “hijos adoptivos” e Isaac fue incluido en esta familia, si bien es cierto que recibiendo menos atención que otros, ya que el interés principal de Marsh en vanguardias era en la pintura. En cambio en literatura era más conservador, y de hecho como recordaremos de la serie de artículos sobre Siegfried Sassoon, fue el editor de la antología Georgian Poetry que incluyó poemas de Sassoon y Robert Graves.

El apoyo de Marsh llegó a tiempo. Isaac volvía a sufrir una crisis con múltiples frentes. Problemas con sus pulmones le hicieron pasar unos meses en la costa con dinero de la Jewish Education Aid Society. Y al dejar Slade en marzo de 1914, seguía sin intención de dedicarse a la pintura para ganarse la vida. Como mencionamos antes, Marsh le compró un cuadro, Sacred Love, pero el verdadero apoyo vino en la poesía aunque era donde menos concordaban. Desde que se conocieron hasta el fin mantuvieron una intensa correspondencia en la que comentaban y corregían los poemas de Rosenberg.

En el verano de 1914 y viendo que sus perspectivas no mejoraban, Isaac tomó una decisión: emigrar a Sudáfrica. Con ayuda de la JEAS, justificada por sus problemas pulmonares y el tener en Ciudad del Cabo a un familiar, su hermana Minnie, Isaac consiguió el dinero para el viaje. Instalado con su hermana y su cuñado, Wolf Horvitch, al principio Isaac se encontró en un entorno culturalmente similar al East End, el Distrito Seis de Ciudad del Cabo, que concentraba la mayor parte de inmigrantes judíos.

En una ciudad tan pequeña (100 mil habitantes entonces), Rosenberg pronto sintió las limitaciones del mundo artístico local. Volvió a la pintura y tuvo una producción importante en esta época, siguiendo en su estilo sin grandes innovaciones, seguramente por su contacto con un artista local bastante conservador, Edward Roworth.

African girl, Isaac Rosenberg, 1914

Según Maurice de Sausmarez, comisario de las obras de Rosenberg en la Exposición de Leeds de 1959, las obras de este periodo de Rosenberg:

“Tienen una calidad difícil de definir, pero incluye una simplificación que se mueve hacia la compresión de la experiencia más que hacia lo esquemático, un diseño que no se impone arbitrariamente sino que procede y es inseparable del contenido. El símbolo siempre retiene la sensualidad de la experiencia original”.

Roworth fue quien le presentó a Isaac al amor de su estancia en Ciudad del Cabo, Margueretha Van Hulsteyn, nombre artístico Marda Vanne, una excéntrica y rebelde actriz que amaba la poesía. No hay duda de que Isaac tuvo una enorme atracción por Margueretha. Décadas después Margueretha negaría que hubiera alguna relación entre ellos, pero sus conocidos y su correspondencia dicen lo contrario. Parece que fue una relación corta que después Margueretha lamentó. Sea como sea, en la vertiente artística la relación fue fructífera e inspiró versos a Isaac.

Retrato de Margueretha, Isaac Rosenberg, 1914

Otra de las amistades importantes de Isaac en Ciudad del Cabo fue el galerista Morris Robinson. Robinson le hizo un regalo aparentemente trivial pero crucial: una libreta que Isaac usó para sus poemas en lugar de su costumbre de usar cualquier trozo de papel, lo que permitió que esos poemas no se perdieran, a diferencia de otros muchos nunca publicados ni pasados a un medio más definitivo. Además, Robinson le organizó un par de conferencias para hablar de arte, que no tuvieron mucho éxito, pero causaron sensación en una ciudad pequeña, al darlas un alumno de Slade.

Estas conferencias al menos sí gustaron a dos personas, Agnes Cook y su hija Madge, que introdujeron a Rosenberg a un círculo de mujeres artistas e independientes, entre las que se encontraba la adinerada Betty Molteno. Molteno acogió a Isaac en su mansión y durante meses Rosenberg vivió una vida regalada, que describió a su familia en una carta con un sorprendente final: “espero volver pronto a Inglaterra”.

Betty Molteno

Parece que una vez más las atenciones y el aprecio sofocaron a Isaac, que empezó a sentirse atrapado. Aunque quizás la clave está en otra frase de la carta: “esta guerra es un gran inconveniente”. Era julio de 1914 y comenzaba la Primera Guerra Mundial.

El estallido de la Primera Guerra Mundial cogió así a Rosenberg muy lejos del campo de batalla, lo cual explicaría su inicial tratamiento a la ligera del tema. Lejos del frenesí de la movilización en Inglaterra, que tanto afectó a Edward Thomas o a Siegfried Sassoon, durante las primeras semanas Isaac siguió simplemente preocupado por su arte, aunque la guerra comenzó a influir. Enfurecido por la destrucción y la muerte que permitía un Dios indiferente y cruel, Isaac desarrolló el concepto de una Diosa antagónica, sensual y compasiva, seguramente con ideas procedentes de la Cábala, como la Shekhinah, el hogar de la Presencia Divina.

You have dethroned the ancient God.
You have usurped his sabbaths, his common days,
Yea! Every moment is delivered to you.
Our Temple! Our Eternal! Our one God!

Our souls have passed into your eyes,
Our days into your hair,
And you, our rose-deaf prison, are very pleased with the world.
Your world.

Tenemos así a un Isaac Rosenberg que no estaba directamente afectado por la guerra, que había encontrado una mecenas y que, según palabras de su hermana Minnie, estaba disfrutando de una estancia idílica en Sudáfrica. ¿Por qué de repente quiso volver a Inglaterra? Además del agobio por las atenciones de Betty Molteno, la verdad puede estar en otros testimonios de personas que le conocieron allí, sobre todo de la comunidad judía, que le pintan como una persona continuamente insatisfecha y que no sabe lo que quiere. Algunos incluso expresaron alivio de que se fuera. Rosenberg no consiguió encajar y sin nadie más que su hermana y su cuñado, la inseguridad y la nostalgia le dominaron y decidió volver a su origen y a su familia.

Rosenberg volvió a una Inglaterra muy diferente. Apenas se veían hombres jóvenes vestidos de civil. El patriotismo dominaba el ambiente y la presión para alistarse era intensa. Sin embargo, la tasa de reclutamiento entre los judíos del East End era baja, por una razón obvia: muchos eran hijos de inmigrantes huidos de Rusia y la perspectiva de unirse a un ejército aliado con los rusos era como mínimo incómoda.

Isaac se encontró con dificultades para retomar su vida. El interés por las artes había desaparecido en una sociedad centrada en la guerra. Volvió a pintar retratos pero sus modelos eran personas que difícilmente le pagarían: su padre,  Sonia Cohen…

Retrato de Sonia Cohen, Isaac Rosenberg, 1915

Y él mismo, en el que es posiblemente el mejor de sus autorretratos.

Autorretrato, Isaac Rosenberg, 1915

También creó en este momento dos de sus obras más interesantes, Hark hark the lark y The First Meeting of Adam and Eve.

Hark hark, the lark, Isaac Rosenberg, 1915

También se propuso publicar un nuevo volumen de poemas, entre el que se incluiría God Made Blind.

It were a proud God-guiling, to allure
And flatter, by some cheat of ill, our Fate
To hold back the perfect crookedness, its hate
Devised, and keep it poor,
And ignorant of our joy,
Masqued in a giant wrong of cruel annoy,
That stands as some bleak hut to frost and night,
While hidden in bed is warmth and mad delight. (…)

El título del volumen es Youth y sigue la estructura de Blake en Songs of Innocence and Experience, aunque en tres partes: “Faith and Fear“, “The cynic’s lamp” y “Change and sunfire“, como progresión en la vida de un joven, del idealismo al cinismo y a la espiritualización. Consiguió vender unos cuantos ejemplares y se distribuyó entre el mundo literario.

Por desgracia, la insensibilidad de Rosenberg le causó un conflicto con Marsh justo por este libro. Rosenberg le insistió y le insistió en que le ayudara a promocionarlo en un momento en el que Marsh pasaba el duelo por la muerte en combate de su protegido más querido, Rupert Brooke. Isaac fue incapaz de ver la situación en la que estaba Marsh y discutieron. Pasaron meses sin mantener contacto.

Por suerte para Isaac en abril de 1915 su amigo Gertler le había presentado a otro posible mecenas, Sydney Schiff. Schiff de todas maneras no fue un completo sustituto de Marsh. No hubo la intensa correspondencia comentando y corrigiendo obras que mantenía con Marsh.

Mientras tanto la guerra comenzó a llamar a las puertas de Londres. A finales de mayo de 1915 tuvo lugar el primer bombardeo del East End con zeppelines. Su poesía se volvió más consciente de la situación.

(..)The cloud-woods where we rush,
Our eyes holding so much,
Which we must ride dim ages round
Ere the hands (we dream) can touch.
We ride, we ride, before the morning
The secret roots of the sun to tread,
And suddenly
We are lifted of all we know
And hang from implacable boughs.

 En este momento también Isaac comenzó a planear su obra en un acto Moses, quizás la obra con una respuesta más original a la guerra de todo el periodo. En lugar de nociones de honor, sacrificio y deber, Rosenberg se centra en la posible pérdida de libertades al servir al país. Algo que afectaba más a Rosenberg que a otros poetas de la guerra porque Isaac no podía aspirar a ser un oficial.

El tiempo fue pasando y la guerra se recrudecía. Isaac se sentía cada vez más afectado por la situación. Anunció que abandonaba la pintura. En octubre de 1915 le envió a Schiff algunos poemas que según decía había conseguido escribir a duras penas. Intentando aún evitar el reclutamiento, escribió a Hentschel para recuperar su trabajo, pero Hentschel le contestó que había habido grandes cambios en la técnica y necesitaba primero hacer un curso que duraba meses. Finalmente, desesperado por ganarse la vida y dominado por la situación, decidió alistarse.

CONTINUARÁ