Un día de verano de 1865 Robert Smalls entró en el 511 de Prince Street de Beaufort, Carolina del Sur. Volvía a la casa que le vio nacer, pero no volvía como esclavo, sino como hombre libre, veterano de guerra y propietario de la casa. Era el nuevo propietario de la casa de sus antiguos dueños, los McKee, expropiados por negarse a volver a pagar impuestos federales.

Robert iba a vivir una de las épocas más brillantes y esperanzadoras para la población negra de Estados Unidos, aunque con un final amargo: la Reconstrucción, una década en la que fueron verdaderas personas libres en el Sur.

La Proclamación de Emancipación de Lincoln de 1863 fue el primer paso del periodo llamado Reconstrucción. La Proclamación dejó claro que Lincoln tenía intención de cambiar el Sur para siempre, pero sus planes se vieron truncados con su asesinato al final de la guerra. Su sustituto, su vicepresidente Andrew Johnson, no era tan entusiasta en la causa de la libertad y la Reconstrucción y su intención era retirar las tropas federales del Sur a finales de 1865 y dejar de nuevo en manos de los antiguos Estados rebeldes la legislación.

La causa de la Reconstrucción aún no estaba perdida. En las elecciones al Congreso y el Senado de 1866, el ala Radical del Partido Republicano obtuvo una mayoría y forzó a Johnson a mantener en marcha las reformas. La más profunda y duradera de todas fue sin duda la Decimocuarta Enmienda y su Cláusula de Ciudadanía, que anulaba de inmediato las leyes de los Estados del Sur que impedían ser ciudadanos de pleno derecho a los negros:

“Todas las personas nacidas o naturalizadas en Estados Unidos y sujetas a su jurisdicción son ciudadanos de Estados Unidos y del Estado en el que residen”.

Robert Smalls ya había dejado claro que no dudaba ni un instante en ponerse manos a la obra. Sus primeros meses de vuelta en Beaufort los dedicó a aprender a leer y escribir. A su vez abrió una escuela para niños negros y entró en el mundo de los negocios con Richard Gleaves, hijo de un haitiano y una inglesa, con el que abrió una tienda. Asimismo fundó un periódico, el Southern Standard, y con otros socios montó una línea de tranvías tirados por caballos.

Su activismo, sus acciones en la guerra y sus vínculos a través de su madre con la cultura gullah de la población negra de la costa le dieron la oportunidad de entrar en política. En 1868 fue elegido para el Congreso de Carolina de Sur. Presentó una ley de asentamientos rurales e introdujo la carta de derechos civiles. De 1870 a 1874 ejerció cargo en el Senado del Estado.

Pero Smalls nunca iba a prestar atención a su apellido, así que se fijó un nuevo objetivo y lo consiguió. En 1874 era elegido para el Congreso de Estados unidos por el 5º distrito de Carolina del Sur, ejerciendo un cargo en el Comité de Agricultura. Además de conseguir expropiaciones para mejorar la bahía de Port Royal, trató de introducir en una ley de reforma del ejército una enmienda contra la segregación por raza. No se llegó a permitir ni la votación de la enmienda. La segregación se mantendría hasta la Orden Ejecutiva 9981 del Presidente Truman de 1948. Y aún haría falta otra década para ponerse en práctica realmente.

Compañía del 36º Regimiento de Color, uno de los regimientos segregados creados justo al acabar la Guerra Civil

La Reconstrucción estaba tocando a su fin. La población blanca del Sur estaba respondiendo cada vez con más violencia a la integración de los negros y la población blanca del Norte se estaba desentendiendo cada vez más del problema. La campaña presidencial de 1876 se iba a convertir en un campo de batalla.

Carolina del Sur tenía su versión local del Ku Klux Klan, los Camisas Rojas, comandados por el ex general confederado Matthew Butler. Los Camisas Rojas se emplearon a fondo en la campaña. Atacaron un mitin en el que participaba Smalls en Edgefield. La comitiva republicana logró escapar indemne, pero un periódico local señaló la tranquilidad con la que los Camisas Rojas podían moverse por las calles, como un JUSAPOL avant-la-lettre. Y aún más agresivo era el rival al Congreso de Smalls, el demócrata George D. Tillman, que defendía sin ningún tapujo medidas que impidieran votar a los republicanos.

Las elecciones finalmente lograron transcurrir con calma en Carolina del Sur, pero únicamente gracias a que el Gobernador republicano, Chamberlain, exigió que los colegios fueran vigilados por tropas federales. Y más sorprendentemente aún, a pesar de las aplastantes victorias demócratas en Carolina del Sur, Smalls logró derrotar a Tillman por tan solo 19 954 votos.

Smalls había ganado la batalla, pero los republicanos habían perdido la guerra. Los demócratas habían conseguido mayoría en el Congreso y el Senado. Y las elecciones presidenciales las había ganado el candidato republicano Rutherford Hayes, pero varios votos electorales en diversos Estados fueron recurridos. Finalmente el Compromiso de 1877 permitió a Hayes asumir la presidencia, pero a cambio de retirar tropas federales del Sur. Era el fin de la emancipación negra.

Los demócratas estaban dispuestos a acabar con Smalls como fuera y unos cargos falsos de corrupción se encargaron de no dejarle tiempo para trabajar en el Congreso y dañar su reputación. En breve fue el momento de las elecciones al Congreso de 1878, y si las de 1876 ya fueron violentas con Carolina del Sur en manos republicanas, ahora bajo los demócratas iba a ser aún peor. Solo 10 664 personas se atrevieron a votar por Smalls, frente a los 26 409 de Tillman.

Camisas Rojas a la entrada de un colegio electoral

Smalls no dio su brazo a torcer y a pesar de la violencia racista y de un Partido Republicano hecho pedazos en Carolina del Sur por las derrotas y casos de corrupción, volvió a presentarse al Congreso en 1880. Esta vez la derrota no fue tan abrumadora y consiguió el 40 por ciento de los votos, lo que llevó a Smalls a recurrir al Comité de Elecciones. Presentó un caso convicente sobre la violencia ejercida contra sus votantes, así que los demócratas trataron de hacer un Ciudadanos abandonando la cámara durante la votación de su caso el 19 de julio de 1882. La treta no funcionó y el Congreso falló a favor de Smalls a pesar de las 144 abstenciones. No nos consta si todavía hay congresistas demócratas hablando del 19 de julio de 1882 como el mayor golpe a la democracia.

Lo que sí nos consta es que la siguiente maniobra demócrata en Carolina del Sur fue el famoso gerrymandering, la redefinición de distritos para favorecer sus intereses electorales. Smalls ya no podía presentarse por el 5º Distrito, así que optó por presentarse por el único distrito en el que la población negra aún tenía alguna posibilidad, el 7º, y ganó. En este Congreso, de 1884 a 1887 presentó entre otras una ley para eliminar la segregación de restaurantes en Washington. La ley fue aprobada en el Congreso pero rechazada en el Comité del Senado del Distrito de Columbia.

El acoso del segregacionismo era cada vez mayor y las posibilidades de Smalls menores. Cuando tras las elecciones de 1888 volvió a presentar un recurso, un Congreso cansado de los problemas raciales del Sur esta vez no lo aceptó. Smalls aún hizo otro intento de presentarse en 1892, pero esta vez ni siquiera consiguió la nominación del partido.

A cambio al menos tuvo el consuelo de ejercer un cargo de cierta importancia: en 1889 el Presidente Harrison, republicano, le nombró recaudador de impuestos del puerto de Beaufort. Perdió el cargo en 1892 con la elección del demócrata Cleveland y lo recuperó en 1898 gracias al republicano McKinley.

Y aun sin un cargo político, Smalls continuó en política. En 1895 fue delegado de la convención constitucional de Carolina del Sur, que prentendía reformar la constitución del Estado para segregar definitivamente a los negros de la vida pública. Smalls y otros cinco políticos negros iniciaron una campaña contra la nueva constitución, pero sus esfuerzos fueron en vano. Comenzaron las largas décadas de la segregación y las Leyes Jim Crow en el Sur.

Robert Smalls siguió incansable en su activismo hasta el final de sus días. Convertido en un respetado líder comunitario, como vimos en la primera parte en 1913 aún tenía la autoridad suficiente como para detener un linchamiento. Sería su último acto público. El 22 de febrero de 1915 fallecía de una malaria complicada por la diabetes que padecía desde quince años atrás.

Robert fue enterrado en el cementerio de la Iglesia Baptista del Tabernáculo de Beaufort. En su tumba figura esta inscripción:

Mi raza no requiere una defensa especial. Su historia en este país demuestra que es igual al resto. Lo único que necesitamos es tener las mismas oportunidades en la lucha por la vida”.