Cerré la tapa del libro y suspiré con los ojos cerrados. Me parece más dramático que hacerlo con los ojos abiertos. Desde que apareció el libro actualizado con mi récord, hace ahora dos meses, no hay día que deje de mirarlo. Eso da, por lo menos, 60 suspiros, unidad con la que he decidido medir mi orgullo.

Inicialmente, no tenía intención alguna de batir ningún récord. Llegue a el de casualidad. Verán, dispongo de 2 piernas, y en ambas, desde la rodilla hasta el tobillo, los pelos que me quedan, los podría contar hasta un niño de primaria.

Como yo quería ver el momento en que un pelo, asomara su cabeza por un poro y empezara su ciclo de crecimiento, pensaba que en una zona tan poco poblada, a poco que me fijara, podría ver nacer uno. Me pasaba horas mirando fijamente mis piernas, esperando vivir el momento. Bueno, mis piernas no, mi pierna izquierda. Bizquear para mirar en las dos, me mareaba. Elegí la izquierda, porque está más relajada encima de la derecha, que debajo de ella.

Tuve que mudarme a un parque público. En la oficina me interrumpían continuamente, dándome trabajo y cosas así, y en casa, no encontré la complicidad necesaria por parte de mi mujer. Después de dos semanas seguidas de intentarlo, sentí que había fracasado.

Sí, mi pierna producía pelos, pero yo no los veía nunca nacer. Estaba bastante desanimado, y un día compartí mi frustración con mi compañero de banco, en el parque. Era un tipo curioso, que se pasaba el día, abriendo la boca todo lo que podía. Fue él quien me lo sugirió.

Él quería batir el récord guinness de ser el hombre que más abre la boca en el mundo. Me dijo:

En este país, no ¿se respeta la investigación. Aunque consigas tu objetivo, crees que vas a poder publicarlo?

Yo no tenía intención alguna de publicar nada, pero pensé que ya que no iba a ver el nacimiento de un pelo en mi pierna, al menos, que el entrenamiento que había realizado, tuviera alguna recompensa.

Y lo conseguí. 60 horas seguidas mirando fijamente al mismo sitio, sin levantarme, sin moverme, sin realizar actividad alguna, despierto. Récord Guinness. Ahora mientras pienso en mi próximo récord, sigo mirando mi pierna, a ver si consigo ver como cae un pelo. Quizá sea más fácil observar la muerte que la vida.

Imatge: Nigel Pepper