El 5 de marzo de 1944 un escuadrón de cazas P-51B escoltaba un grupo de bombarderos B-17 que se dirigían a atacar un aeródromo de la Luftwaffe en el Sur de Francia. En la posición de cola de la formación, la más peligrosa, un joven piloto de 20 años pensaba en el día antes, cuando había logrado su primer derribo: un caza Bf. 109.

Sin embargo la suerte no iba a estar de su lado ese día, al menos en el aire. El escuadrón se vio sorprendido por tres Fw. 190 y nuestro joven piloto tuvo la desgracia de que uno de los alemanes rompió con sus disparos los cables de control de los elevadores de cola.

Era ya imposible mantener controlado el P51-B 436673, “Glamorous Glen”, llamado así en honor de la novia del piloto, y no quedaba más remedio que lanzarse en paracaídas. Tras librarse de ser ametrallado en el descenso por uno de los alemanes gracias a que uno de sus compañeros destruyó el caza enemigo, el piloto llegó a tierra.

A los pocos minutos estaba rodeado de un grupo de hombres, miembros de la Resistencia francesa. Estos hombres tenían ahora una misión: conseguir que cruzara la frontera francesa el Teniente Charles Yeager.

No sé si a muchos les dirá algo el nombre de Chuck Yeager. Los aficionados a los videojuegos de cierta edad quizás recuerden un simulador de vuelo de aquellos tiempos en los que había que echarle un poco de imaginación a aquellos polígonos 3D. Otros quizás lo conozcan como el primer piloto que logró superar la barrera del sonido a bordo de un Bell X-1:

Y algunos quizás lo recuerden de la película “Elegidos para la Gloria”, interpretado por el recientemente fallecido Sam Shepard, en especial por la última escena que recrea el vuelo hasta los límites de la atmósfera que hizo Yeager en 1963 a bordo de un NF-104:

Sea como sea, uno de los pilotos más famosos de la Historia también tuvo unos orígenes, y en este caso bastante humildes. Nacido en 1923 en una Virginia Occidental profundamente hillbillie, Yeager se alistó en septiembre de 1941 como mecánico de aviones, a falta de poder alistarse como piloto al no tener la edad suficiente.

La entrada de Estados Unidos en la guerra cambió estos criterios y pronto demostró en la academia de vuelo unas dotes excelentes, a pesar de pasar por el calabozo unos días por hacer un vuelo rasante sobre los árboles de un granjero.

Destinado a Inglaterra en 1943, la misión del 5 de marzo de 1944 era su octava misión. El confuso y aterido Yeager de 20 años que había sido derribado en el sur de Francia no podía saber el destino glorioso que tenía por delante. Pero entre ese destino y el presente se encontraba una situación muy delicada.

Los Aliados no contaban con infraestructura y medios para rescatar a un piloto tan al sur de Francia. Descartado quedaba también llegar hasta la costa e intentar navegar hasta Inglaterra desde tan al sur. Y atravesar toda Francia para intentar cruzar por el Canal era imposible.

Además, Yeager estaba en contacto ya con la Resistencia, lo cual le privaba de sus privilegios como prisionero de guerra en caso de ser capturado y hacía que en caso de captura sería entregado a la Gestapo, una muerte segura.

La única solución que quedaba era intentar cruzar los Pirineos. España era neutral y según las convenciones internacionales eso iba a suponer que Yeager quedaría internado allí hasta el final de la guerra. Pero era el menor de los males.

Que fuera la opción más fácil tampoco quería decir que fuera fácil. A lo largo de varios días Yeager fue trasladado hacia la frontera por varias unidades de la Resistencia. Contamos con un relato de la vía de huida en la declaración que hizo Yeager a la vuelta a Inglaterra.

En el informe se nos cuenta con multitud de detalles las personas con las que se relacionó Yeager, el material del que disponía la Resistencia, datos sobre las tropas alemanas… Pero para cuando Yeager es metido en un camión cerca de Lourdes junto con otros pilotos, el informe termina abruptamente con un “a partir de aquí, el camino seguido por Yeager fue el mismo de Seidel y Nall”.

Seidel y Nall eran otros dos pilotos americanos y suponemos que también había informes de su fuga, por lo que el oficial encargado de interrogar a Yeager debió decidir que no era necesario añadir más información. Por desgracia esos informes no están disponibles y nuestra historia quedaría incompleta… Pero por suerte también contamos con las memorias de Yeager, siempre teniendo en cuenta que son unas memorias, con todos los fallos o inexactitudes que son inevitables.

El principal problema de las memorias de Yeager es que conocemos con exactitud solo dos puntos: el de partida, Lourdes; y el de llegada, Sort. Cuál es la ruta entre medias seguida es difícil de saber. Yeager solo da unas vagas indicaciones sobre las que intentaremos ir especulando.

Tras subir lentamente con el camión por alguna pista forestal, un miembro de la Resistencia les dio todas las indicaciones y consejos que pudo, así como algo de ropa y comida. Les explicó que iban a cruzar por una de las partes más difíciles de los Pirineos, pero era la única manera de tener alguna posibilidad. Toda la frontera estaba repleta de patrullas alemanas, así que los pasos de montaña más accesibles eran un suicidio. Les indicó que era la noche del 25 de marzo y que en unos 3 o 4 días podrían estar en España.

Lo que no había tenido en cuenta nadie es que el invierno de 1943-1944 fue uno de los peores de la década, con lo que había una cantidad inusual de nieve. Los pilotos comenzaron juntos el ascenso con energía, pero finalmente tras varias horas solo quedaban en cabeza Yeager y otro piloto, el Teniente Patterson.

A duras penas, casi a cuatro patas y sin más ayuda que la comida de la mochila y la energía que daba la benzedrina (una anfetamina) que llevaban los pilotos en su botiquín, Yeager y Patterson continuaron ascendiendo con breves paradas durante dos días hasta que acabaron llegando a una cabaña donde pasaron la noche, durmiendo como podían entre el frío y la tensión de esperar en cualquier momento una patrulla alemana.

Fragmento del informe de Yeager tras su evasión, en el que detalla los elementos usados de su botiquín.

Y la patrulla alemana no se hizo esperar. Patterson había cometido el error de dejar sus calcetines secándose fuera, así que los pilotos americanos fueron despertados a la mañana siguiente por el sonido de los fusiles alemanes disparando contra la cabaña.

Saltando por una ventana y deslizándose por un tobogán de hielo usado para bajar troncos, Yeager y Patterson consiguieron darse a la fuga. Pero había malas noticias. Las balas alemanas y la caída habían casi seccionado por completo una pierna de Patterson.

Yeager no tuvo más remedio que cortar el único tendón que sujetaba la pierna, hacer un torniquete y cargar con Patterson a las espaldas para volver a subir la montaña.

Y así otro día de subir y subir, con breves paradas cada poco tiempo para reponer fuerzas, hasta que finalmente dieron con otra cabaña, quién sabe si aún en Francia o ya en España, esta vez habitada. Yeager no tenía nada claro qué hacer, pero de repente salió de la cabaña una mujer que le instó a entrar y les dio de comer.

Y tras descansar y esta vez una breve subida, por fin una cresta desde la que ahora sí sin lugar a dudas se veía ya España y según Yeager “un pueblo bastante grande”. ¿Podría ser Vielha? ¿Esterri d’Aneu? Tras buscar y buscar, no he conseguido averiguarlo.

Yeager bajó la pendiente a toda velocidad deslizándose con un Patterson que ya no respondía a Yeager ni daba señales de vida. Dándolo por muerto, al llegar abajo lo dejó junto a la carretera esperando que alguien lo recogiera y siguió adelante, tratando de alejarse lo más posible de la frontera.

Lo cierto es que Patterson aún estaba vivo, aunque apenas tenía pulso. Por suerte la Guardia Civil lo encontró rápido y Patterson acabó sobreviviendo a sus heridas y volviendo a casa.

Yeager mientras tanto se las había apañado para meterse en un autobús dirección Sort. Aquí bajó del autobús y siguiendo las convenciones internacionales, se entregó a las autoridades, que decidieron alojarlo en el famoso Hotel Pessets. ¿Cuántas veces habréis pasado por delante sin saber que uno de los pilotos más famosos de la Historia se alojó aquí durante su fuga?

Tras dormir un día entero, Yeager se despertó con unos insistentes golpes en la puerta. “Yeager, soy el cónsul americano, abra la puerta”. Y así era. El cónsul de Estados Unidos en Barcelona había recibido el aviso de la llegada de Yeager a Sort y había ido a recogerlo.

Lo más urgente era alejarse de la frontera y evitar tentaciones de vender a Yeager a los alemanes. Lo cierto es que la España de 1944 no era la España de 1940, con agentes de la Gestapo haciendo y deshaciendo en la frontera, pero era mejor no correr riesgos. Llevaron a Yeager primero a Lleida y después a un balneario en Alhama de Aragón.

Normalmente Yeager habría pasado a ser un combatiente internado en una nación neutral y habría tenido que permanecer retenido en España, alimentado y mantenido aunque con restricciones de movimiento. Pero como decíamos, la España de 1944 no era la de 1940.

No solo Franco quería empezar a desmarcarse del Eje, sino que además la situación económica de la posguerra era desesperada. Los americanos tenían algo que podía interesarle a Franco: combustible. Y aunque parezca increíble, en un intercambio digno de camelleros se dio libertad a Yeager a cambio de una buena cantidad de gasolina.

A partir de aquí el camino ya fue todo rodado. De Alhama de Aragón a Gibraltar, y de Gibraltar en avión a Inglaterra. Yeager aterrizaba en Bristol el 21 de mayo, dos meses y medio después de su derribo.

Y normalmente… De nuevo comenzamos un párrafo con normalmente. Normalmente, Yeager no habría podido volver a pilotar en combate. Según la normativa vigente en la USAAF, un piloto que hubiera tenido contactos con la Resistencia no podía volver a combatir, ante el riesgo de ser derribado de nuevo, capturado e interrogado para revelar los contactos que había tenido.

Aquí podría haber terminado la carrera de Yeager y haber pasado a ser un piloto más de la guerra, uno poco destacable con un solo derribo. Pero como hemos visto, la palabra “normalmente” no encaja con Yeager. Comenzó a presionar y enviar instancias para solicitar su vuelta al servicio activo, hasta lograr una entrevista en persona con el mismísimo Eisenhower.

La suerte había vuelto a jugar a su favor. Para cuando consiguió esta entrevista, el 12 de junio de 1944, los Aliados ya estaban en Francia. El argumento de Yeager era irrebatible. Las unidades de la Resistencia que habían estado en contacto con él tenían que haber ya salido de la clandestinidad para combatir con los alemanes. No tenía sentido aplicarle la directiva. Yeager volvió de inmediato al servicio activo.

Y así, Yeager el joven y hábil piloto con un solo derribo acabó siendo el condecorado as Chuck Yeager, con 11,5 derribos, 5 de ellos en un solo día. Y posteriormente, Chuck Yeager, el piloto que rompió la barrera del sonido y alcanzó el espacio en un avión. Chuck Yeager, el elegido para la gloria.